Estas dos palabras implican un profundo dolor interior cuando se sufren. Imagínese usted un ácido corrosivo que carcome aquello sobre lo que recae y tendrá una aceptable idea de cuales son los efectos emocionales del remordimiento. La pesadumbre en cambio es como sentir que te cuelgan de la vena ahorta un kilo de peso (pesa-dumbre) y cuyo efecto es un ahogo y una opresión del corazón que casi te impide respirar.
Los efectos emocionales de los dos sentimientos son a cual más demoledor. Ambos suelen surgir cuando uno ha cometido una falta u ofensa con consecuencias perjudiciales para quien la padece. Suelen cebarse en personas de gran sensibilidad hacia los demás, en los amantes de la justicia y del buen proceder, en la gente que es buena y que tiene buenos sentimientos hacia otros seres humanos. Pero el mayor efecto destructivo lo tienen cuando el perjudicado no está a nuestro alcance, no permite que le hagamos llegar nuestro perdón, porque se halla muy lejos de nosotros psicológicamente y sobre todo cuando ha muerto y no es posible ya demostrarle nuestro arrepentimiento.
En esos casos la pesadumbre y el remordimiento pueden durar años o toda la existencia en algún caso, de suerte que el que cometió la falta se siente condenado y sin remedio. Por tanto, siendo ambas emociones muy capaces de desgastar a quien las sufre, lo importante es prevenir en lo posible las faltas o las ofensas, cometidas ya sea por acción o por omisión. Quien sea más insensible a cometer ofensas o quien nunca haya experimentado estas emociones no puede imaginar el dolor que se siente y por eso es más probable que camine con la guardia baja, sin extremar su cuidado. De cualquier forma lo mejor es esforzarse en no ofender a nadie y a los seres queridos no sea que luego se instale el sentimiento de dolor referido y la persona sufra angustiosamente.
El mejor remordimiento y pesadumbre son los que no existen y por ello es mejor no tener que sentirlos sobre todo con alta intensidad y por tanto mejor es no ofender a nadie sabiendo la angustia que acompaña. Y si por casualidad se llegan a sentir, por no haber tenido suficiente cuidado, tacto o sensibilidad o por despiste, se debe recurrir al perdón de manera inmediata, pues el perdón, pedido y aceptado, son las mejores vías de liberarse de la angustia. Y lo que se tiene que evitar en lo posible es llegar tarde o cuando no hay remedio para recibir el perdón del ofendido. Mejor llegar a tiempo.