Se puede decir con toda claridad que la atención, una de las más útiles habilidades para movernos por la vida, sufre un tremendo desgaste en virtud de dos causas: la ansiedad en la que estamos inmersos y la multitud de estímulos que nos rodean y obligan a diversificarla. Fijar nuestra atención, en especial, la visual y la auditiva es vital para relacionarnos satisfactoriamente pues si no nos fijamos ni escuchamos de manera aceptable no podremos captar el estado, condición y actitud en que se encuentran los interlocutores y no podremos adaptar los mensajes con la precisión requerida. Pero ¿qué decir de nuestra memoria tan asediada, la pobre, en estos tiempos? Si no nos fijamos en aquello que tenemos delante de los ojos, si no escuchamos con atención y llevamos buena cuenta de lo que se nos dice o se dice ¿cómo podremos recordarlo después? Será un deseo insatisfecho o quizás una quimera con la consiguiente frustración. La atención es la que nos conecta con el mundo, con nuestro alrededor y con nuestro contexto espacio-temporal. Es la que nos permite adaptarnos al medio, a los demás y a los tiempos en función de lo que hayamos observado. La atención es un arma importante en la lucha por salir adelante pues es la puerta que permite pasar nuestras percepciones y observaciones al archivo de la memoria a corto, medio y largo plazo. Si no ponemos atención, los demás se dan cuenta de nuestra “ausencia” y se giran de espaldas o se alejan, al ver que sus actuaciones no tienen eco en nosotros. La atención es la gran responsable de nuestros aprendizajes de todo tipo. Sólo aprendemos bien si todos nuestros sentidos se despliegan y orientan a captar todo aquello que pasa a nuestro alrededor. Pero la atención también hay que ejercerla sobre nosotros mismos para fijarnos bien si aquello que hacemos es correcto o incorrecto, si produce los frutos esperados o nos conduce a frecuentes errores. La atención despierta nos ofrece oportunidades de progreso, de negocios, operaciones varias y decisiones acertadas. Nos permite descubrir o poner en nuestra conciencia lo que se hallaba oculto a ella hasta el momento en que nos fijamos. Nos permite descubrir maravillas de la naturaleza y de los otros aunque también las sombras y defectos. La atención es por así decir, el órgano virtual que nos conecta al mundo. Si nuestra atención se empobrece en la misma medida nos empobrecemos. Por tanto es preciso alimentarla diariamente..