Sólo una vez me tocó ver cómo una
mujer que ya estaba sentada en el avión lo abandonó de pronto por un ataque de
ansiedad, al parecer provocada por su miedo a volar, pero conozco a mucha gente
que evita volar sistemáticamente por miedo o fobia. Cuando uno se encuentra
envuelto en una situación de peligro real el miedo es un resorte que nos puede
salvar de compl icaciones y en ese caso el miedo es un mecanismo adaptativo.
Pero cuando, como en el caso de la viajera, uno tiene miedo a algo que no es
amenazante el miedo se convierte en irracional, deja de ser adaptativo y se
convierte en un verdadero handicap. El
miedo siempre nos empuja a dos
reacciones, o a escapar del peligro real o percibido como tal o a evitar la
situación temida, poniéndonos excusas para no provocar el afrontamiento. En
ambos casos se deriva siempre un alivio inmediato, pues quien huye se libra de la molestia y quien no va, no se
enfrenta, no coge el toro por los
cuernos, es decir, quien evita la situación, también se siente aliviado. Pero
con el tiempo el alivio inmediato da paso a un aumento de la ansiedad, el malestar y el
miedo. En el caso del peligro real se entiende la huída o la evitación, pero en
el caso del miedo irracional, al no haber amenaza verdadera ambas reacciones no están lógicamente
justificadas, además de que, quien no se enfrenta, pierde un cúmulo de ventajas entre las que se
encuentra la sensación de libertad. Si
el sujeto temeroso de males inventados o que raramente ocurren se decide
a usar la conducta adaptativa, es decir, la del afrontamiento experimentará de inmediato un aumento de la
ansiedad, por lógica, pero ha de tener en cuenta que a medio y largo plazo la
ansiedad y el miedo disminuyen y el alivio general hace acto de presencia. Cuando
esa sensación se experimenta varias veces el fóbico, comienza a experimentar
una libertad que no tiene parangón y que le empujará a vivir de otra forma, sin
tanta limitación como venía sintiendo. Piénsese en cualquier fobia: la del
vuelo, la de viajar, la de hablar en público o alejarse de casa para los
agorafóbicos, la de estar en medio de multitudes o en lugares cerrados. ¿Qué es
mejor, tenerse que tomar una copa de ginebra para salir de casa y no sentir la
ansiedad en la calle o aprender a controlar su miedo a que le de un ataque, al encontrarse
lejos de su centro de seguridad? No hay color.