No me voy a referir a los que viven solos porque esta categoría implicaría a los que viven solos porque no tienen nadie que les acompañe y a los que viven solos porque es su opción elegida. Me refiero a un tipo de personas que se caracterizan por aislarse mentalmente de los demás vivan solos o vivan incluso acompañados. Aislarse mentalmente tiene muchas ventajas entre las que se encuentra ser capaz de no contaminarse de otras emociones e impermeabilizarse ante muchos problemas que padecen otros que les rodean. En ese sentido son capaces de distanciarse de la gente y vivir un tipo de aislamiento mental y emocional que muchas veces les es muy conveniente. Pero ese tipo de personas que van a lo suyo, que desconectan de la gente, que se distancian, que viven su propia vida y no se implican emocionalmente, que son tremendamente independientes, que son capaces de estar solos sin que eso les comprometa ni les cree ningún agobio, a la larga se pueden encontrar con que su aislamiento y en cierto modo su soledad se vuelve contra ellos cuando necesitan contar con referencias y opiniones ajenas para contrastar pareceres.
Me refiero a que cuando estas personas se encuentran con problemas de salud, física o mental o con asuntos graves fácilmente se desmoronan porque solo cuentan con sus interpretaciones subjetivas, sus temores, sus miedos, sus angustias y sus puntos de referencia personales, que no tienen por qué ser ciertos ni estar fundamentados.
Tienden a interpretar sus problemas desde su propia subjetividad y de pronto se pueden encontrar impregnados de angustia si interpretan como graves, por ejemplo, síntomas de su estado físico o mental que quizás no sean tales. Como no se comunican bien porque se aíslan, su propia introspección les puede conducir, cuando hay falta de pruebas y evidencia de que no llevan razón, a vivir como si estuviesen condenados cuando quizás se encuentren sanos como robles. Su soledad y su falta de comunicación se vuelve entonces contra ellos. Por eso es necesario compaginar el aislamiento ocasional con la comunicación social, emocional con la familia, los amigos y otras gentes. Pero se necesita practicar esas habilidades todo el tiempo. Esperar a que ocurran contratiempos es arriesgado, porque para entonces pueden verse encerrados y no encontrar a quien poder contar sus vivencias y tener más referencias que las suyas propias. El aislamiento mental es arriesgado.