Quizás el lector esté informado de que la inteligencia ya no se concibe como una capacidad general de la que estamos dotados en mayor o menor grado los seres humanos. Según el psicólogo y premio Príncipe de Asturias de Humanidades, Howard Gardner hay, al menos, siete inteligencias o capacidades de las que los seres humanos pueden tener diferentes niveles en cada una de ellas yendo de cero a diez. Estas inteligencias o facultades deben ser educadas por distintos agentes, siendo los padres o la familia y la escuela los agentes que se llevan la mayor parte de la carga pero
también aportan su grano de arena los demás, los medios de comunicación, y
todas las experiencias por las que el ser humano va atravesando en su proceso
de aprendizaje. Pero me interesa resaltar en cuales de ellas deben actuar los
padres con plena justificación y de las que son especialmente responsables.
Quizá antes se debe dejar claro que es la escuela la que se encarga sobre todo
de la inteligencia linguística y la lógico-matemática en líneas generales y de
la musical en los casos de personas especialmente dotadas para la música. Por
lo tanto los padres deberían emplearse a fondo en el desarrollo de la
inteligencia intrapersonal y bastante en la interpersonal. La primera tiene que
ver con la formación del carácter, con conseguir que el niño consiga ir aprendiendo a
conocerse y hacerse dueño de si mismo y de sus apetencias, a auto gobernarse, reconocer los límites que le ponen y a aprender a encajar las frustraciones y los
altibajos de su vida. Por supuesto enseñar a sus hijos a relacionarse bien y
lograr unas satisfactorias amistades y relaciones. Hay una parte en que tienen
también cabida, con la escuela, a saber en desarrollar la inteligencia lógica
que consiste en enseñarle a pensar con cabeza y valorar los pros y contras, las
causas y las consecuencias de sus actos. Y por supuesto en enseñarle a realizar
comportamientos éticos y morales y no dejarle a merced de sus impulsos y
pulsiones. Esto es el grueso de la acción familiar. No se debe dejar a la
escuela esta responsabilidad aunque pueda hacer algo también. A veces por
confundir las cosas o no saber muy bien cual es la labor de los padres estos
pueden dimitir algo de sus responsabilidades pensando que serán sus profesores
los que se encarguen de desarrollar sus facultades. Al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios. Me quedan por citar dos inteligencias: la
física y la espacial y en estas todos los agentes contribuyen a su desarrollo.