La semana pasada me quejaba en el blog de que los padres no puedan castigar razonablemente a sus hijos pudiendo resultar detenidos, si el hijo les denuncia por no dejarles salir en el fin de semana. Sin embargo quisiera precisar algo sobre el tema de salir y la hora de regreso, sumamente importante para los adolescentes. De los problemas que los adolescentes pueden presentar, el de las salidas se presta a
grandes conflictos cuando se prohíbe o limita seriamente, porque los padres temen que sus hijos, si salen de noche hasta muy tarde, no sepan comportarse ni auto controlarse. Temen que puedan beber más de la cuenta o consumir sustancias que les
perjudiquen mucho o meterse en problemas. No les falta razón pero creo que hay
que poner un poco de racionalidad en este asunto. Siendo el salir con sus amigos y volver lo más tarde posible, lo que más desean los adolescentes, como es esperable, los padres deberían guardar un equilibrio permanente para no quedarse cortos ni tampoco pasarse. Hay padres tan temerosos de lo que sus hijos pueden hacer si salen mucho tiempo que suelen quedarse muy cortos y los hay que se pasan de largos dejando que sus hijos vuelvan a altas horas de la madrugada sin ejercer un adecuado control. Los dos extremos son un inconveniente. Recortar demasiado el tiempo puede conducir serios enfrentamientos porque los chicos quieren más libertad, una libertad razonable. Y ser demasiado permisivos conduce a que el adolescente crea que puede salir el tiempo que le plazca y no les recorten el tiempo del que sus amigos disfrutan (siendo este su argumento recurrente). ¿Qué es demasiado corto? Aunque no hay una línea estrecha divisoria lo lógico será que a un chico o chica de unos 16 años no le hagan volver un viernes o un sábado a las nueve o nueve y media de la noche. Parece poco tiempo y pueden alargarlo hasta las once en primavera o doce en el verano, siendo algunas fiestas una ocasión especial para alargarlo un poco más. No sería conveniente dejarles volver bien entrada la madrugada. Por tanto se debe mantener un estira y afloja y en función del comportamiento del adolescente y su estado cuando regrese a casa, deberían ser algo generosos si el comportamiento es estupendo y algo más restrictivos si el chico o la chica no sabe controlarse. Pero tampoco conviene castigarles sin salir, siendo esto para ellos tan importante, salvo en casos de gravedad o para evitar males mayores y no castigarles varios fines de semana porque puede haber graves enfrentamientos e incluso escapadas del hogar que luego los padres no saben manejar. Castigar sin salir es una opción remota, salvo excepción por falta grave y es exponerse a que desobedezcan y en ese caso ¿qué se podría hacer sin complicar aún más las cosas?