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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

SECUESTRO AMIGDALAR

Puesto que está tan de actualidad esta expresión, voy a aclararlo. La amígdala, situada en el sistema límbico en la parte central del cerebro es como un  radar que, al detectar un peligro o amenaza, toma el mando del cerebro y se entra en lo que se conoce como “secuestro amigdalar” por el cual nuestra atención queda apresada y centrada en ese peligro real o imaginario, lo que redunda en perjuicio de concentrarnos en lo que de verdad nos interesa y satisface. Quedamos así  invadidos por el miedo. En otras palabras, nos hallamos bajo secuestro amigdalar, cuando estamos sometidos a situaciones angustiosas. En ese caso nos cuesta recuperarnos del sometimiento de lo adverso y nos quedamos preocupados y dando vueltas sin cesar a esa situación y lo que implica. Durante el secuestro amigdalar  los circuitos de alarma activan la respuesta de lucha o huída, de paralización y también de evitación, lo cual hace segregar a nuestro cuerpo hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol que, entre otros efectos, reducen las defensas de nuestro sistema inmunitario. ¿Cómo hacer frente a tal secuestro para acortar su acción devastadora lo más pronto posible? Desconectando de la preocupación, cambiando a actividades que nos distraigan y aparten nuestra mente de los contenidos negativos que el miedo  y la anticipación de consecuencias adversas nos activan. Otra forma es tomando plena conciencia de lo que está sucediendo y de lo que sentimos y pensamos sin entrar a juzgarlo. Simplemente haciéndonos cargo de que existe. Es decir, reconociendo que estamos secuestrados y por lo tanto hemos perdido el control de nuestros nervios, y reconociendo que estamos exagerando su significado, dimensión y trascendencia. La práctica de la relajación en sus distintas formas es también muy aconsejable. Cuanto antes tomemos conciencia del secuestro, antes podremos recuperarnos. Es muy perjudicial que dure dias, semanas o meses. Si alguien ha sufrido estrés post traumático, provocado por una experiencia traumática, debe cuidar que su amígdala no permanezca secuestrada largamente. Es bueno, pues, poner en tela de juicio lo que nos decimos en pleno secuestro y salir cuanto antes del estado de preocupación y miedo que nos envuelve e invade. Como  en todo secuestro, lo mejor es que no se produzca pero, si se da, hay que librarse  de él lo más pronto posible.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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