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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

¡NICE CAT!

 

“Precioso gato” le dijo su profesor al ver su dibujo de un gato cuando Jarret Krososcka tenía seis años  y esto le marcó para toda su vida. Eso cuenta el famoso ilustrador y autor de libros para niños. Y otro refuerzo posterior también de dos palabras “Precioso trabajo” sobre un libro suyo cuando tenía diecinueve años marcó un antes y un después en su vida como autor e ilustrador. A un niño que se había criado con sus abuelos, apoyado y querido por estos pero  sin padre (drogadicto) ni madre (encarcelada) le sirvieron de inmenso apoyo psicológico esos refuerzos para ser hoy un ilustrador y autor muy reconocido e importante. Y es que el refuerzo verba, o sea, el reconocimiento expreso por parte de los adultos significativos para uno supone un acicate extraordinario para el edificación de la autoestima y de la confianza en uno mismo. Vale que un niño o cualquier persona sea capaz y tenga talento para algo, pero si no se le  reconoce y expresa, si no se le dice con sentimiento y sinceridad, le será muy difícil tener conciencia de su capacidad o puede que le llegue a faltar. Esa conciencia viene a ser la confirmación subjetiva que tiene uno mismo de sus facultades y esa conciencia actúa desde ese mismo instante como acicate interno, como motivación y como estímulo interno, repito, para moverse en la sucesiva aplicación práctica de esas habilidades. Cerramos así el círculo compuesto por dos partes: la capacidad que ese niño tiene y la conciencia de la misma. No damos importancia a esos refuerzos cuando en realidad tienen una potencialidad extraordinaria, siendo susceptibles muchas veces del milagro de cambiar la dirección de una persona del fracaso al éxito seguro. Cuesta poco trabajo decirlo con sinceridad pero nos resistimos a ellos, creyendo que la presión para que los niños trabajen y se esfuercen es suficiente y lo mejor. Siempre es eficaz ese refuerzo, pero cuando un niño se encuentra escaso de cariño, de apoyo y pasa por momentos de desánimo, es como un ungüento, un alivio y un  soplo impulsor de su progreso y desarrollo. No escatimarlo es esencial. Y basta con decir “precioso gato” , “qué bien lo has hecho” , “te felicito” o “muy bien, hijo, me encanta este trabajo”. Sólo dos o tres palabras pueden bastar a veces para sacar a un niño o un joven o un adulto de su baja autoestima y su desgana.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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