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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

CONFLICTIVIDAD ESCOLAR. EL DEDO EN LA LLAGA.

Aunque la noticia es de mayo me apetece reflexionar ahora que el curso ha finalizado sobre este espinoso asunto.

 

En un instituto de Asturias donde estudian 273 estudiantes ha habido en el presente curso 362 partes por mala conducta, 384 expedientes y 44 expulsiones, debido según parece al alto índice de conflictividad en ese centro. No han trascendido las causas de tanta conflictividad pero parece que parece que, además de las sanciones, la decisión ha sido contratar un asistente social o un mediador para resolver el problema. No está mal ni está demás, pero eso no es resolver el problema. Tampoco se resuelve el asunto a base de sanciones, con el reglamento en la mano. El tema es de mucho más calado.

La creciente  conflictividad escolar en estos tiempos es un tema complejo que tiene unas causas específicas de cada centro o clase, y unas causas generales a todos los centros y esenciales a las que me quiero referir y que no veo ni que se estudien a fondo hoy por hoy  ni que se propongan remedios eficaces en este país.

El considerable fracaso escolar, que por cierto en ese instituto era muy elevado en la segunda evaluación, es  la causa más importante que está detrás de toda esa conflictividad y detrás de la desmotivación general de los alumnos para aprender en las aulas. Si los alumnos no tienen interés en aprender, será por algo y este es el verdadero asunto a investigar.  Voy a empezar por él.

Actualmente los chicos encuentran aburrido permanecer sentados varias horas cada día en una enseñanza pasiva, casi siempre, en la que el profesor explica, tiza en mano  y hablando todo el tiempo y el alumno permanece sentado recibiendo pasivamente la información que luego debe repetir cual papagayo.  Los métodos docentes son casi los mismos que hace decenas de años, no han evolucionado al son de los tiempos. No digo que aprender pueda resultar tan ameno como utilizar el móvil, internet, redes sociales o la play, pero hay un abismo entre lo que aprenden motivados por esos artilugios y lo que les motiva  el método clásico de docencia, que en lugar de estimular apaga la creatividad y el interés por el aprendizaje. Los profesores no han sido entrenados en métodos activos diferentes que atraigan la atención de sus alumnos y les haga atractivo y estimulante aprender. Se utiliza el mismo procedimiento docente para todos, aunque todos sean diferentes y muchos de los alumnos son además muy inquietos y para ellos permanecer sentados varias horas viene a ser un suplicio. Tampoco han sido suficientemente entrenados ni examinados en habilidades sociales y de comunicación, lo que para esta profesión resulta de todo punto imprescindible.

Los que han opositado han sido y son  examinados de decenas de temas y aprueban, sobre todo, si dominan esos contenidos pero no han sido evaluados sobre todo en su capacidad para enseñar, entretener y mantener el interés en los alumnos por el aprendizaje. Esta es la gran carencia. Los interinos ni siquiera son examinados pues basta con apuntarse en una  lista. Y ciertamente no por tener un título universitario se garantiza la habilidad para una buen y efectiva docencia.

Viene luego por parte de los alumnos la falta de entrenamiento en las familias y el colegio en la educación en el esfuerzo sistemático así como en el respeto a los demás, a la autoridad del profesor, pero también a sus iguales, es decir en la disciplina en el sentido amplio. Esa falta les facilita esos comportamientos conflictivos.

Siguen después los extensos programas y la importante cantidad de conocimientos irrelevantes y repetitivos  en los libros y la carga de deberes que no aseguran el adecuado entrenamiento en las habilidades básicas, como son la comprensión oral y escrita, la expresión oral y escrita y el cálculo automático y el descubrimiento de respuestas a los interrogantes, sino muy al contrario pues las respuestas ya les vienen dadas y solo tienen que aprenderlas y ponerlas por escrito en sus exámenes, en vez de entrenarlos en hallarlas y contrastarlas.  Y la enorme carga de deberes que no sirve para que les excite el aprendizaje sino para prolongar otras dos o tres horas diarias su labor académica con lo que se ponen en ocho o nueve horas diarias, en detrimento de otras actividades y de algún tiempo libre.

Ellos van avanzando con la sensación de que las clases diarias son aburridas y monótonas, que no les aportan gran cosa y por eso a muchos de ellos les divierten más las bromas en clase, chinchar al profesor, pasarse papelitos o manejar el móvil por lo bajo. No, amigos, no hay una verdadera reflexión y análisis por parte de todas las instancias educativas, incluido escuchar las opiniones de los alumnos, para modernizar y hacer algo excitante el aprender en clase.

La conflictividad seguirá en aumento mientras no se ponga en serio remedio a tan desastrosa situación educativa como es la española. No me extiendo más para no aburrir pero daría para un libro entre análisis,  conclusiones y recomendaciones. Valga para fomentar la polémica que seguro la habrá con este artículo.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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