Fue en Inglaterra donde oí por primera vez este refrán que me quedó grabado: No merece la pena llorar sobre la leche derramada. Fantástico refrán que refleja cómo la falta de previsión lleva a muchas personas a llorar y lamentarse cuando algo no tiene ya remedio y lo habría tenido de haber puesto las bases y el cuidado necesario antes de dar el paso de una decisión equivocada que podría traer consecuencias indeseables. Cuando algo no tiene ya remedio puede uno pedir perdón, sentir el peso de la culpa o flagelarse pensando qué precipitado o inconsciente ha sido. Son naturales esos sentimientos pues la desazón del fallo cometido necesita psicológicamente una reacción emocional acorde con la desesperación de lo inevitable ya. Por eso, aunque el ser humano no es dado a prevenir y adelantarse porque cuesta algún esfuerzo o porque pensamos que quizás no vaya a ocurrir nada, la mejor estrategia es la de adelantarse en temas delicados y analizar los posibles efectos que tienen nuestros actos, para no tener que exponernos al dolor de la culpa o la impotencia. Como quiera que la naturaleza es neutra y no perdona sino que aplica las consecuencias independientemente del sexo, de la edad o la condición del agente, es bueno acostumbrarse a mirar el corto o el medio y largo plazo e imaginar qué pasará si transgredimos las normas que tiene bien dispuestas. Sería largo y prolijo, a fuer de innecesario, citar aquí la lista de acciones que encierran riesgos indeseables para todos nosotros. Más que de hacer la lista cada cual de lo que se trata es de acostumbrarse a pensar y preguntarse de cuando en cuando qué nos puede ocurrir o a qué nos exponemos al actuar de ciertas formas y maneras. Es decir acostumbrar a nuestros hijos y a nosotros mismos a prevenir males futuros en lugar de tener que afrontar quizás imposibles remedios a posteriori. Es práctica corriente no querer pensar ni imaginar los males que pueden derivarse, pero luego no deberíamos irrumpir en lamentos a los ojos de todos para inspirar lástima o volcar sobre otros angustias de las que no son culpables. También se deben prever los bienes, por supuesto. Entre las decisiones que más tienen que ver con la previsión y que más daño o beneficio nos hacen están las referentes a la salud, el dinero y el amor, los tres temas siempre candentes y motivos de miles de canciones y de literatura a lo largo del tiempo. Prever, prevenir, adelantarse, esa es la cuestión para evitar caer, romper el recipiente y derramar la leche. El único problema es que se necesita pensar. Y eso….cuesta.