Veo con cierta tristeza y desazón cómo nuestros estudiantes terminan sus carreras con buena preparación en lo académico y técnico pero presentan importantes lagunas y deficit en otras habilidades y competencias tan necesarias o más para incorporarse exitosamente al mundo del trabajo. Nadie les ha entrenado de forma mínimamente suficiente y cada uno se incorpora al mercado de trabajo con lo que a su modo y manera haya aprendido. Detrás de estos resultados se esconde la clásica manía social de considerar que lo más importante es obtener un título universitario como si este fuese la panacea y una garantía de acceso al mundo laboral, como lo era hace treinta años. Las cosas han cambiado mucho y con el advenimiento de las teorías de la inteligencia múltiple sabemos que no se debe insistir en desarrollar sobre todo inteligencias que tienen que ver con lo académico sino también otras que son complementarias y demandadas ya con gran intensidad en las empresas. Hoy ese mundo exige que el candidato a un puesto esté aceptablemente entrenado en hablar en público y defenderse en entrevistas y saber expresarse de forma que pueda transmitir fehaciente y persuasivamente los contenidos y procedimientos que procedan. Exige así mismo estar bien preparado para adaptarse rápidamente a cualquier cambio, a cualquier ambiente o contexto, lo que exige a su vez gran capacidad de improvisación y gran capacidad de movilidad. Exige tener desarrollada la creatividad o inventiva y la capacidad de resolución de cualquier problema que surja sobre la marcha sin tener que depender en todo de los encargados que están situados por encima en el organigrama. Exige habilidad social para relacionarse bien con grupos de personas y poder dirigir eventualmente alguno de ellos. Y finalmente requiere ser capaz de superar los contratiempos que se le presenten sin quedar varado o paralizado. A todas estas áreas no se les dedica expresamente ningún tiempo dentro de los horarios académicos, cuando ya desde Primaria deberían ser nuestros alumnos entrenados, por ejemplo, en expresión verbal teniendo que exponer delante de sus compañeros los temas que estudian o sobre los que trabajan. En fin, amigos, que es una pena tener gente tan talentosa pero deficientemente preparada. Y como estas habilidades no se aprenden de un día para otro bueno sería ir trabajándolas ya desde ahora en los curricula universitarios y por supuesto en todo el itinerario educativo, así como en la familia. Si la escuela y la universidad no les preparan deberían invertir su tiempo y energías por ellos mismos en ese entrenamiento vital para no padecer luego decepciones que dejan mucha y mala huella.