1.- Desde muy pequeño apresúrate a atenderle y complacerle porque llora, aunque no esté enfermo, no tenga hambre o sed, sueño ni molestias físicas.
2.- Cada vez que te pida algo, sea o no lógico o necesario, o te lo exija de mala manera, tiende a complacerle para que no se enfade.
3.- Deja de hacer todo lo que estás haciendo para prestarle atención, aunque no sea necesario ni conveniente en ese momento.
4.- Dale premios siempre antes de haberlos merecido, y cede ante sus perretas, caprichos o escándalos.
5.- No le pongas normas ni límites o prohibiciones ni le des órdenes o, si se las das, permite que no te obedezca hasta que vea que estás muy enfadado. Mejor aún, obedece a sus órdenes.
6.- En lugar de darle órdenes claras procura acompañar las órdenes de todo tipo de razones y explicaciones o pidiéndole las cosas siempre “por favor”.
7.- Desautoriza a tu pareja delante de tu hijo o ponte del lado suyo en contra de tu pareja de manera evidente.
8.- Procura demostrarle que tienes MIEDO a sus reacciones escandalosas o violentas, cediendo ante ellas.
9.- Hazle la vida siempre muy fácil para que no se sienta frustrado y procura mantenerlo alejado de todo sufrimiento y contratiempo.
10.- Si ha transgredido un límite o prohibición que le pusiste no te des por aludido o no le apliques consecuencias, como privarle de algo que no se merece, porque te da pena.
11.- Ríñelo muy frecuentemente por lo que hace mal y no le refuerces nunca lo que haga bien.
12.- No te pares nunca a inculcarle la justicia, responsabilidad, comprensión y tolerancia en las relaciones personales ni le des ejemplo de esas buenas conductas.