Este es el dilema: elegir entre ser esponja y absorber todos los problemas de los demás a base de identificarse con ellos o ser impermeable en cierto modo. No es sólo cuestión de ser de una manera o ser de otra con la gente, aunque los hay que tienden en una dirección o en otra predominantemente. Es también cuestión de elegir en cada caso o con cada persona qué rol desempeñar. De la decisión que se tome se derivarán unas u otras consecuencias para nuestra salud mental. Hay quien por carácter, formación, educación o ambas cosas tiende a ser esponja, a absorber el sufrimiento de los demás en demasía. Tiene un inconveniente: que si absorbes todo, por sistema, acabas demasiado afectado, apenado, contrito, deprimido o angustiado. Ser bastante impermeable tiene la ventaja de que no sufres tanto porque procuras que te resbale ese dolor. Pero si de las dos posturas se trata de elegir, ser demasiado esponja es más inconveniente porque el dolor impregna todos tus entresijos y apenas permite distanciarte. Lo mejor es absorber, entender, escuchar y dejarse impactar lo suficiente para entender, comprender y en su caso ayudar a los demás, pero saber dosificar la receptividad, lo cual exige a veces impermeabilizarse en parte para no vivir impregnado, demasiado tiempo. Hay que encontrar el límite, que viene dado por el grado de perturbación de nuestra salud mental. Es sano desentenderse de algunos contenidos, actitudes y conductas de otros para salvaguardar el equilibrio que nos es necesario. Es una cuestión de táctica, meditada y usada intencionadamente. Es una actuación inteligente saber dosificar la permeabilidad de nuestros tejidos psicológicos y emocionales. Lo mejor es ser esponja el tiempo necesario para entender el sufrimiento ajeno y solidarizarse, pero no todo el tiempo y, a veces, ponerse el impermeable, sobre todo si sabemos que ir a pecho descubierto nos va a dejar demasiado afectados. No es sencillo, pero es útil. Sé que este planteamiento chocará con algunas convicciones. Defiendo la dosificación únicamente desde el criterio de la salud mental. En lo demás no entro, pues la libertad de cada cual es digna de respeto.