YYa sabíamos que las palabras expresan o definen, reflejan la realidad de las cosas, estados, personas. Pero también, y esto es lo asombroso, crean realidades, sentimientos, hormonas, circuitos neuronales, conductas, enfermedades, heroicidades, amistades, éxitos y fracasos. Si las palabras se hacen frases esa creación es más patente. ¿Qué realidad pueden crear frases como “Soy fuerte” “Puedo resolver muchos problemas”. “He decidido conseguir lo que quiero”. “No puedo más, me encuentro derrotado”.”No me gusto”. “Siempre me equivoco”. “Estoy enfermo”. “Tengo miedo del futuro”?. Todos estos pensamientos de diferente signo son capaces de crear realidades en nosotros determinantes y de consecuencias magníficas u horrendas. Las palabras son portadoras de mal o de magia. Nos encadenan o liberan. Su uso nos delata y nos transforma. Nos empujan hacia el cielo o el abismo. En decidir cuales usamos, qué nos decimos en silencio, qué pensamos en suma, está el secreto. Las palabras crean nuestro mundo. Si queremos saber cual es nuestro mundo basta con reflexionar sobre nuestro lenguaje interno, qué nos decimos cuando nadie nos oye. La elección de nuestro lenguaje nos pertenece. No vale echar balones fuera.