Se sentía deprimida, sin fuerzas y sin ganas, triste según pasaba el tiempo y sin ánimo para la lucha cotidiana. No entendía bien el por qué de su animo bajo, ella que siempre había sido muy activa y luchadora. Ahora no se reconocía al faltarle las fuerzas y el arranque. Se sentía deprimida y al no aceptar su estado deseaba en sus adentros superar esa etapa.
La depresión, amigos, no es una enfermedad, una lesión que tiene el sujeto paciente, una fallo en su cerebro, por mucho que le digan, y lo suelen decir, que les falta algo de una sustancia conocida como serotonina. Qué bien queda y qué fácil es decirlo y creerlo. Y ya está. Le aplicamos unos antidepresivos y esos medicamentos le aumentarán la producción de esa sustancia y ¡bingo! la depresión desaparece en poco tiempo. No, señores, no amigos, la depresión no es una enfermedad o una lesión en los neurotransmisores. Es un estado fisico-psicológico al que se llega después de un proceso más o menos prolongado de desgaste, de agotamiento de las defensas, de tensión vital, de tensión muscular, de ansiedad y de estrés, producido a su vez por distintos factores, a veces agrupados en el tiempo. Suele ser resultado de un tiempo de desgaste donde el sueño y descanso son escasos, estando por debajo de las necesidades del sujeto. Es una desembocadura, un punto de llegada, una orilla a la que se llega después de remar hasta agotarse, un estado que ya estaba previsto, sin saberlo el sujeto. No se puede pedir a los fármacos lo que no pueden dar y a veces incluso lo complican. No se puede pedir que un manzano de peras. Nadie cae en la depresión sin haber padecido antes un estado de desgaste, de erosión de las fuerzas por estar peleando en varios frentes, siendo los frentes no solo los externos de problemas que nos sobrevienen sino de nuestro perfil o forma de ser, pensar y comportarnos. Si es una consecuencia hay que atacar no solo el estado depresivo sino también y al tiempo el estado de tensión o estrés que padecemos. Si no se atacan las causas al mismo tiempo no puede mejorarse. Por eso hay que ayudar a las personas a conocerse y conocer qué les afecta para tomarlo de otro modo, para que los impactos exteriores e internos no produzcan el desgaste tan serio que producen. Hay que tratar la depresión pero también la ansiedad y el estrés que están detrás. No puede superarse una depresión sin aprender a estar algo más relajado, dormir algo mejor, menos sobrecargado y sin dejar de abusar de nuestras fuerzas.