Aleluya! He acabado un trabajo molesto, que debería haber hecho hace meses. Me ha llevado dos meses pero lo he terminado y estoy muy satisfecho. Casi no me lo creo. No ha sido casualidad. Ha sido la constancia, virtud o cualidad que no es mi fuerte, tengo que confesarlo, pero de gran poder si se practica. Al comienzo del verano me propuse hacer cada dia una parte de ese aplazado trabajo. Me lo propuse seriamente sabiendo que si cumplía a diario la parte prometida, en lugar de darme atracones y parar luego dias, me sería más fácil el trabajo. Asi fue. Parecía que no avanzaba, no se veía el progreso al fin de la jornada. Pero ¡claro que había progreso!. El caso es que, cumplido el plazo, he acabado la tarea y me siento liberado. Gracias ¿a qué? A esa cualidad en la que fallamos el 95% de las personas: la perseverancia o constancia. Arranques repentinos al comienzo, tenemos todos, pero luego nos cansamos debido al intenso esfuerzo.  Pronto encontramos excusas y pretextos  para justificarnos y abandonar tareas que nos molestan, aunque sean necesarias. Divide y vencerás no sería aquí el principio que el dicho popular refiere, porque se aplica a crear división entre la gente, pero sí que nos sirve en cuanto que si dividimos el trabajo, el proyecto, cualquier proyecto en cachos o segmentos y le asignamos un tiempo y lo cumplimos, venceremos. ¿Qué venceremos? La tentación de dejar para luego, para mañana, lo que habríamos de hacer a su debido tiempo, en el tiempo que habíamos programado. Y esa victoria sienta la mar de bien al vencedor. No me puedo fiar, sin embargo, porque probablemente, aunque lo tengo claro, volveré a postergar tareas que tengo pendientes. Pero eso no quita valor a la virtud de la constancia practicada en mi caso este verano. Quienes perseveran siempre vencen por muchas dificultades que se encuentren. De momento he ganado sobre mi. Y a ti te ocurrirá lo mismo si lo intentas, si la perseverancia es tu objetivo. ¿No lo vas a intentar?