Me los encontré paseando de la mano hoy domingo por la mañana, bien cuidados los dos enfundados en sus abrigos y sus gorros. Son bastante mayores y valientes por cierto y, aunque no hagan exhibición de su cariño con frecuencia tampoco lo ocultan al vulgo, a pesar de atraer miradas de asombro y picardía a su paso, aún en estos tiempos en los que no se tolera fácilmente el amor homosexual y menos aún si un conocido heterosexual ha cambiado de acera. Me consta que se quieren a rabiar y me consta que los dos han superado con ello un sentimiento de soledad que les iba embargando desde que ambos quedaron viudos, uno homosexual y el otro con un hijo. La escena me produjo ternura y cómo no alegría y no pude evitar expresarles mi admiración por atreverse a exponer su compañía para extrañeza de muchos de su ciudad porque son muy conocidos.
Vivir la homosexualidad como pareja, aunque es un derecho, requiere mucha valentía a edades avanzadas, sobre todo, y exponerse a ser muy criticados, pero al mismo tiempo es un buen ejemplo para muchos que nunca se atreverían a mostrarla a esas edades en esta sociedad aún implacable con los homosexuales, a los que, a veces, trata y considera peor que si de delincuentes se tratase, cuando expresar el amor que se siente es un legítimo derecho y una tendencia natural entre dos que son del mismo sexo. Somos así de hipócritas al ser a veces con ellos menos duros con los corruptos, los delincuentes y los criminales que con los que tienen una identidad sexual distinta a la de la mayoría de la población. Que uno no pueda a cualquier edad mostrar su amor homosexual es algo lamentable cuando a nadie hacen mal ni perjudican.
Me alegro mucho por ellos, porque me consta el sufrimiento que su soledad les fue produciendo en los últimos años y porque me consta lo felices que ahora se sienten, entre otras cosas porque su relación ha sido muy bien recibida entre sus familiares, aunque uno tiene más mérito que el otro porque uno pasó de ser considerado como heterosexual a homosexual y eso es algo más difícil aún.
Enhorabuena Victor y Juan (son nombres ficticios) por vuestro atrevimiento y que seais muy felices muchos años. No escondiendo vuestro amor, sin duda, a alguno le habréis hecho un favor.