De la noche a la mañana se encontró con que su mujer le expuso que hacía tiempo se sentía abandonada, ignorada por él y no estaba dispuesta a seguir de esa forma, que si él no se había dado cuenta de la situación o, si lo había hecho, por qué no había puesto remedio. El manifestó sentirse sorprendido de que ella hubiese esperado tanto tiempo para decirlo de esa forma. Reconoció no obstante que había estado ciego. Que sin querer había estado volcado en el trabajo, hasta rebasar las sesenta y cinco horas semanales pero que lo había hecho para ayudar a la familia y disponer de fondos para estar respaldados en el futuro incierto. Reconoció también que había ido dejando de salir con ella y compartir el tiempo (que por supuesto no tenía porque le dedicaba incluso muchas horas los fines de semana) y otras actividades y que incluso se sentía inapetente en el plano del sexo. Su pareja le dijo que ahora ya le amaba con amor fraternal pero que no sentía atracción hacia su persona. Se vino abajo el pero ¿por qué? Por haber priorizado la atención al trabajo en detrimento de la atención a su pareja, dando por supuesto que la pareja podía tirar por inercia con escasos cuidados afectivo-sexuales. Debió creer que por el hecho de haberse casado y aportar fondos a la casa ya sería suficiente para que la familia tirase hacia adelante, sin más cuidados y atenciones personales. Muchos son los que creen en el fondo que no es necesario regar la planta de la relación de pareja a diario o con frecuencia porque con sentir el cariño hacia el otro ya será suficiente. Y luego de repente todo explota cuando en realidad ya venía incubándose el desastre. Aportar dinero a base del trabajo y aportar “cosas” en la relación de pareja es algo necesario pero no es suficiente. El amor se debe demostrar con otros hechos y señales para evitar el deterioro silente que luego acabe por ser irreversible. El cariño requiere manifestarlo verbalmente, necesita expresarse en caricias, en detalles, en escucha activa, en ayuda y colaboración doméstica, en compartir tiempo libre, en hablar, en ayudar, comprender y estar atento a las necesidades del otro. Todo sin renunciar al trabajo ni al tiempo necesario para el propio individuo. El banquete, la boda, los papeles son solo el comienzo oficial y externo de la creación del vínculo. Pero este conviene alimentarlo diariamente.