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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

PERO ¿Y…si…SÍ?

Quienes tienen excesivo respeto por lo que los demás puedan pensar de ellos o porque les pueda molestar su proceder. Los que por distintas razones no son seguros de si mismos y dependen de la reacción ajena, optarán por dejarse vencer por el miedo al intentar hablar, reclamar, pedir, preguntar, a los demás, sean jefes,  simplemente encargados o empleados de otras empresas o instituciones y se  quedarán cortos, se callarán o frenaran sus ganas por si el otro se siente molestado y se quedarán sin saber, sin obtener, sin lograr, sin conseguir, sin ser atendidos por ese miedo a molestar, al rechazo, al ridículo o a que no les hagan caso simplemente.

¿Qué se deriva de tal freno por miedo? La desazón y rabia que da el bloqueo, la tensión y ansiedad que da pasar desapercibido por guardar ese silencio que debe ser violado en muchos casos.

El miedo es un muro que se interpone entre nosotros y aquellos que pueden juzgarnos, ignorarnos, reñirnos, rechazarnos o enfrentarse a nosotros. Si el muro irracional no lo rompemos perdemos libertad de movimientos, montones de ocasiones de ganar, darnos a conocer, de desahogarnos, de reclamar aquello que es nuestro, de quedar liberados, de obtener lo que nos corresponde, de ser reconocidos, de sentir que podemos, de que se nos valore o reconozca, de que obtengamos aquello que legítimamente deseamos.

Da igual cuales sean las causas de ese miedo, lo importante es saber que debe ser vencido a base de enfrentar lo que tememos. Saber el origen o la causa no resuelve el problema. Hay que limpiar la mente de los obstáculos que la mayoría de las veces construimos nosotros, que no están puestos por nadie en el camino.

Envidio a los valientes y atrevidos porque en comparación con los cobardes o tímidos son unos conseguidores, resolutivos y libres en sus movimientos, personas relajadas que sueltan las palabras que les sirven para que los demás les escuchen y hagan caso. Envidio a los que se expresan y si les dicen no o no les hacen caso, no se arredran, más bien seguirán insistiendo.

El miedo al qué dirán o lo que piensen, cuando pedimos algo o preguntamos algo, creo que es la emoción más extendida en este nuestro universo social. Y solo se le vence hablando, actuando y haciéndose escuchar.

El NO ya lo tenemos de antemano, pero ¿y..si…SI?

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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