Así es y así tiene que ser. Cuando propongo a mis pacientes algún cambio en su estilo de vida y pensamiento, aunque no sea muy importante, prácticamente todos dicen que lo que les mando es difícil. A lo que les respondo: puede ser dificil pero ¿es imposible? No, suelen responder.
De todas formas cualquier cambio en nuestros hábitos y tendencias aprendidas supone violentar la voluntad que se inclina del lado de nuestras costumbres. Para que algo llegue a ser fácil se requiere una práctica masiva, un ejercicio repetido y repetido en cualquier área. La repetición conduce poco a poco al dominio de la habilidad que estemos practicando. Parapetarse por lo tanto en la dificultad no deja de ser una razonable excusa para no embarcarse en la incomodidad del cambio. Suena bien y parece razonable que lo que tengamos que hacer cueste un esfuerzo.
Pero los decididos y determinados a conseguir sus fines y objetivos no se quedan en la percepción de la dificultad, antes muy al contrario se siguen entrenando contra viento y marea hasta que lo forzado en un principio se automatiza, eso sí, después de centenares o de miles de ensayos y de intentos. Una vez automatizado lo difícil se convierte en lo fácil. Séneca dijo: “¿ Acaso se llega a lo alto de la montaña por el llano?”
En la perseverancia, que es el mejor mecanismo que podemos activar para llegar al centro de la facilidad, es donde falla el 95% de todo el personal.
Pero el camino es ese, cualquiera que sea el ámbito. Y la recompensa es la satisfacción plena, las sensación de plenitud, la felicidad de coronar la cumbre y disfrutar del descanso, tan sólo por un breve periodo.
Porque luego, lo que queda es seguir manteniendo el trabajo ya que, si abandonamos confiados en la consecución y el logro, se vuelve, de manera muy “fácil” al comienzo, de nuevo.