Afortunadamente la meditación está entrando con fuerza en nuestra sociedad, como siempre por influencia de los norteamericanos, que la han puesto de moda en su país hace ya algunos años.
Es una buena noticia que entre con fuerza, pues buena falta nos hace para mitigar esta vida tan estresada y llena de ansiedad que llevamos.
Para quien no está familiarizado con la palabra y piense solamente en las connotaciones religiosas conviene recordar que, en lo básico, es un ejercicio mental, que se refiere a la práctica de la concentración en el estado de nuestro cuerpo y en particular en la respiración, que es la principal actividad, que hacemos ininterrumpidamente desde que nacemos hasta que morimos.
Aunque hay varias formas de meditación, la más sencilla consiste en sentarse cómodamente en una silla, con la espalda recta, apoyando los pies en el suelo y concentrarse o prestar atención en el hecho de respirar, simplemente, sin más, sin hacer juicios ni analizar qué está pasando. Centrarse en sentir la respiración, en el aire entrando y saliendo.
Para facilitar esa concentración viene bien hacer tres o cuatro respiraciones profundas y lentas, tanto al inhalar el aire como al exhalarlo y luego seguir concentrados en el ritmo que tenga cada uno.
Hacerlo al principio durante cinco minutos cada día y después de una semana unos diez minutos facilita la calma y la paz interiores si se sigue practicando con frecuencia.
Puede costar y cuesta al principio esa concentración porque varios pensamientos o imágenes tratarán de robarnos la atención puesta en respirar. No importa, lo esencial es volver una y otra vez a concentrarse en la respiración procurando no luchar por apartar los pensamientos, sean estos de la naturaleza que sean.
En cuanto al lugar, conviene hacerlo en un sitio tranquilo y silencioso, en lo posible, sin el móvil encendido y sin que nadie entre o salga del recinto en ese tiempo. En cuanto al momento, cada cual que elija el que más le conviene, pero al levantarse o antes de ir a la cama son dos momentos apropiados.
Lo importante es hacerla para ir experimentando cierto nivel de calma con el paso del tiempo. Y, voilà, irá surtiendo efecto.