La escala de necesidades de Maslow señala en la parte superior de su pirámide la necesidad de reconocimiento o de éxito.
Cuando hablamos de esto estamos hablando también de necesidad de ejercicio del poder o del dominio. Bien, pues esta necesidad cuando es satisfactoriamente satisfecha se produce un gran cantidad de endorfinas del placer que lleva consigo el logro, el poder, el éxito.
Por ello es altamente adictiva y por eso ya sea el éxito profesional, político, artístico o económico o mediático el individuo experimenta una alta resistencia a retirarse a tiempo, dimitir o cambiar.
No encuentra justificación o momento para hacerlo ¿Por qué? Porque la adicción les impide ver y sentir las razones para dar el paso. Prefieren exponerse a dar un pobre espectáculo, a inspirar compasión o pena, con tal de no padecer en sus carnes los efectos del olvido, la ignorancia o el ninguneo.
Y se aferran al cargo, al puesto, al trabajo, aunque su proyecto esté ya exahusto.
Se convencen a si mismos de que pueden seguir. No aciertan a distanciarse de si mismos para tener una visión en perspectiva que les ayude a pasar página, a dedicarse bien asi mismos o a cultivar otros huertos.
Viene bien consultar a personas sensatas, informadas y dotadas de sentido común, además de cariño hacia el protagonista para que les ayuden a ver lo que ellos no alcanzan a ver, porque su percepción se ha ido estrechando.
En el caso de los pequeños o medianos empresarios a los que les cuesta delegar no solo produce una pobre imagen exterior sino una pérdida de competitividad en su empresa e incluso graves perjuicios económicos porque no están en condiciones de leer y entender las tendencias del mercado o de la realidad empresarial de su tiempo. Además de no haber preparado a sus suplentes, lo que conduce a luchas de poder intestinas, que muchas veces acaban por arruinar la institución.
No han sido suficientemente sabios para tomar la decisión más apropiada.
Hay que retirarse cuando, como decía Cicerón, “uno ha escrito lo que tenía que escribir”.