Este refrán inglés me salvó de tres días de intensa angustia en Inglaterra cuando pasaba en mi juventud un mes de julio perfeccionando mi pobre inglés de entonces.
“Espera y ya veremos” era la traducción de aquella frase que mi casera me dijo, cuando una llamada de mi padre me había anunciado un viernes por la mañana que a mi madre le habían descubierto un cáncer fulminante y estaba hospitalizada, pero cuya muerte yo casi daba por supuesto en ese instante por el tono usado por mi padre. Nada más conocer la noticia lo primero que me vino a la cabeza era mi madre había fallecido de repente y mi padre no quería alarmarme estando lejos y sabiendo que mi billete de vuelta era para el lunes siguiente (entonces no era posible como ahora coger sobre la marcha el mismo dia un vuelo barato). El caso es que yo me convencí, sin total fundamento, (moriría cinco años después) de que aquello era la peor noticia que me podían dar y la creí como si de una realidad irreversible se tratase. Una intensa preocupación se apoderó de mi hasta el punto de que mi casera, al notarme lloroso y como ausente me preguntó qué me pasaba. Al explicarle la llamada y mi angustia me dijo: Miguel, “espera y ya veremos”, decimos los ingleses antes de que la preocupación nos invada. Y me dijo también otro refrán que me ayudó: nunca te preocupes hasta que el hecho de preocuparte te preocupe. Y la verdad es que me las frases me ayudaron y comprendí que yo me estaba empeñando en atravesar un puente antes de llegar a él.
Cuando algo amenazante nos preocupa y absorbe nuestra atención tendemos, unos más que otros, a convencernos de su verdad y la vivimos como si fuese realidad palpable desde ese instante. Si nadie nos ayuda el futuro negativo se hace para nosotros presente y nos empapa y nos abruma. En virtud de la física cuántica si creemos que algo es verdad desde ese momento en que está presente en nuestra conciencia es lo que existe, esa es la realidad, porque sencillamente existe en nuestra conciencia. Por eso es necesario procurar no crear acontecimientos antes de que estos sucedan y puedan ser eficientemente constatados.
Preocuparse o anticipar sucesos negativos es algo habitual, pero desde el punto de vista lógico no tiene consistencia. Es más. Todos tenemos experiencia de que la mayor parte de los acontecimientos que nos han preocupado nunca se han cumplido o no se han confirmado como habíamos temido. En base a esa experiencia y en base al sufrimiento que habremos de evitarnos conviene frenar nuestra tendencia a dramatizar o hacerlo, en todo caso, cuando estemos en el drama. Si anticipamos y no se cumple lo previsto hemos perdido un tiempo precioso, que podríamos haber empleado en sacar jugo a nuestro dia a dia hasta ver qué pasaba. Esperar y ver lo que sucede es lo correcto y luego hacerles frente a los eventos cuando tengan lugar. Esperar es de sabios y prudentes además de pragmáticos. A mi me sirvió para aguantar bien hasta el vuelo de regreso y para ver que mi madre no había fallecido ni estaba punto de hacerlo. Espera y ya veremos…