Llevaba tiempo sin escribir sobre la educación de nuestros hijos, pero hoy me veo obligado a ello de nuevo. En una semana he conocido a dos adolescentes de trece años que se niegan a ir al colegio, salvo que sus madres les compren antes una Play Station o les compren determinada ropa y de hecho no acuden a la espera de doblegar la voluntad de sus madres. En estos casos eran madres separadas con la guarda y custodia de su parte. Esto con sorprenderme, no me sorprende del todo por la falta de autoridad de esas madres que, si a los trece años no se ven capaces de hacer que sus hijos les obedezcan, que se preparen para cuando tengan dieciséis o diecisiete años y quieran hacer lo que les venga en gana. Lo que más me sorprende es que se vean desasistidas porque ni los servicios sociales al parecer pueden hacer nada más allá de acercase a la casa y tratar de convencerles de que deben acudir al colegio o de que la policía les diga que no pueden actuar si no hay delito. No me puedo creer que nadie tenga autoridad para que esos chicos estén donde tienen que estar, que es en el colegio, si la madre no puede con ellos a la fuerza. Hasta es posible que si alguien les denuncia por falta de autoridad lleven las de perder. No me puedo creer que no haya disposiciones que obliguen a que una autoridad lleve materialmente al chico al colegio para que no se salga con la suya. Si esas madres no tienen autoridad o no pueden asegurarse de que sus hijos no se queden en casa por tener que trabajar para mantenerse y mantener al hijo, tendría que haber alguien que detente esa autoridad aunque el hijo se niegue.
Igual que si una madre denuncia a la policía que su hijo menor está fuera de casa a las 3 de la mañana de un sábado y esta lo encuentra, lo debería llevar a la casa a la fuerza si este se resiste, tendría que estar con más razón autorizada para llevarlo al colegio que es donde tiene que estar. No lo entiendo.
Y respecto a la Play por supuesto que esa madre debe negarse de pleno a doblegar su voluntad ante el menor y no comprársela. Si se la compra y sucumbe al chantaje habrá sentado las bases de nuevos y más dolorosos chantajes para ella.
Ah, y los padres en ambos casos lavándose las manos! Y sin que nadie les ponga en su sitio. Lamentable.
Esta inversión de valores y de autoridad, hoy tan frecuente, trae malos presagios para esta sociedad.
Me pregunto: ¿Puede esperarse que esos adolescentes sean unos adultos responsables? ¿Puede uno confiar en que harán su trabajo sin problemas? ¿O serán de los que aun no habiendo dado golpe en su vida reclamen su pensión agitando los puños en la calle o quemando contenedores?
Vale la pena pensarlo y ponerle remedio, autoridades.