Hay más gente de la que parece que vive pensando que los demás les miran mal, piensan mal de ellos, aunque no lleguen al extremo de la manía persecutoria, que es esa sensación pero elevada al cuadrado.
Cuanto más inseguros, con más baja autoestima, cuanto más inferiores se sienten respecto a los demás, cuanto menos confían en si mismos y sus capacidades y por tanto más a disgusto están consigo mismos o con su cuerpo, mayor es su tendencia a pensar que los demás les miran mal o les ven inferiores.
Este es el perfil de los “mal tomados” como se conoce en el lenguaje popular y de los desconfiados. Les molesta que les miren y, si ocurre, se lo toman a mal. Por nada se sienten ofendidos.
Al ser muy negativos respecto de si mismos creen que los demás tienen el mismo concepto de ellos y por ello están muy a la defensiva, les molestan la bromas ajenas respecto de ellos y se enfadan por nada con el mundo. Tienen muy desarrollado el sentido del ridículo y más bien escaso o nulo su sentido del humor.
Su estado de ansiedad es elevado y necesitan focalizar su atención más que en sus imperfecciones y defectos y más que en lo que piensen los demás sobre ellos, en mejorar, progresar y avanzar para mejorar su autoconcepto y autoimagen y encontrarse bien con su persona.
En la medida en que uno se siente bien y a gusto consigo mismo no está tan pendiente y dependiente de los juicios ajenos. Por eso la clave está en sentirse bien con uno mismo, aunque no sea perfecto, entre otras cosas porque al tener que vivir consigo en todas sus dimensiones todos los días de su vida y estar acompañados por su cuerpo y sus imperfecciones, si no se aceptan, vivirán condenados, amargados, desasosegados, ansiosos y a veces desesperados. No aceptarse es condenarse al infierno de un tormento continuo y permanente. Y por otra parte les conviene pensar que los demás están a lo suyo, como es lógico, la mayor parte de los momentos de sus vidas. Como hacemos en realidad todos nosotros. Estamos a lo nuestro. Todos esos citados se comportan como si ellos fuesen el centro de atención de los demás. Y para nada es cierto. Cada uno está, sobre todo a lo suyo….