MIRA BIEN CON QUIEN TE CASAS
Es curioso. Se casaron hace solo tres años y las cosas no marchan. Habían salido dos años, sin problemas, y en cuanto se casaron todo cambió, no para bien precisamente. Era como si no fueran ya el uno para el otro. Y es que, en realidad, lo que se dice gustarle no le gustaba ella desde antes de casarse.
De inmediato nos asalta la pregunta de por qué se casaron, ya que parece obvio que si alguien no te gusta no debes dar el paso de unirte a él o ella en matrimonio. ¿Cómo se explica entonces este hecho, no infrecuente por cierto.
En estos casos no es que no te guste en absoluto tu pareja. Te gustan aspectos de ella, aunque no casi todos. Y al tiempo puede ocurrir que te guste más aquella otra persona de la que estuviste enamorado en otro tiempo o te gustó bastante. El caso es que de pronto te encuentras ya casado o viviendo de hecho con tu nueva pareja, mientras en tus recuerdos y en tu mente te encuentras “enganchado/a” a otro amor imposible. Total, que estás pero no estás y empiezas a encontrar al actual pegas e inconvenientes y surgen los conflictos.
Estás casado de derecho o con pareja de hecho pero en tus adentros vives con la “otra/el otro” y su ausencia te come las entrañas.
Por eso, para evitar que aumente la desazón y se complique la relación hay que aclararse y tomar decisiones. Si decides seguir con tu pareja actual tienes que centrarte solo en ella, olvidando la otra alternativa, tratando de estar con quien estás con todas las consecuencias. Nada de medias tintas o de ir tirando como puedas. Estar con el cuerpo en un sitio y con la mente y el corazón en otro es vivir con el corazón “partío”, en el drama y acabar desgarrados. La otra opción es separarse. Nada de esto es fácil, pero al menos es claro y evita desgarrones emocionales y morales.