¿Quieres ver cómo se derrite un bombón? Ponlo al sol y verás. El calor tiende a aflojar la tensión en los objetos. En las interacciones agresivas personales es el frío el que conviene utilizar. ¿Quieres ver como el otro, enfadado, se relaja? Pídele disculpas de inmediato, si sabes que les has molestado u ofendido, aunque fuese sin intención. ¿Quieres ver cómo tu contrincante deja de apabullarte con el volumen alto y la expresión airada? Dile “llevas razón” y atácate a ti mismo, si ves que al otro le asiste la razón.Trata de enfriar el fuego para que no surja el incendio. Observarás que el otro afloja su tensión y reduce su ataque por momentos.
En las interacciones diarias surgen con frecuencia los conflictos y los enfrentamientos y algunos necesitan emplearse a fondo para descargar su tensión, su ira o su resentimiento, acusando, levantando su voz o gesticulando o si la ira se apoderase de sus músculos. Es lógico y, cuanto más estresado esté, más lógico será que pierda los papeles.
Hay dos formas de responder. La que sale de dentro es ponerse a la defensiva y no dejarse apabullar ni callarse. Esa conduce necesariamente a aumentar la tensión y con ella la complicación del enfrentamiento a medida que la sangre se calienta.
La otra es buscar cuanto antes la desactivación de la ira. Si el otro lleva razón y el que escucha es humilde y contenido lo que hará será responder poniéndose de víctima y reduciendo así la espiral de la tensiòn. Si el atacado no lleva la razón le será más cómoda esa reacción. Si no la lleva, hará bien en dejar que el otro se desbrave, descargue esa mala energía y cuando esté calmado, porque escupió su rabia, será el momento de razonar en frío. Esta reacción es muy difícil pero es propia de almas serenas, capaces de esperar que pase la tormenta o el aguacero.
No se trata de dar al otro el poder ni la razón, si no la tiene, ni ceder por el miedo. Se trata de ser emocionalmente inteligente y convertir la batalla en un encuentro civilizado. Pero hay que tener paciencia y saber escuchar sin interrumpir, esperar, respirar y tratar de ganar sin dejar que la bilis, amarga como sabemos, salga por nuestra boca en forma de irreprimible vómito..
Ah, y conseguir que el otro reconozca su error, si es que no está acertado.
Se trata de evitar rupturas, choques y encontronazos que a veces dejan una huella temporal o a veces indeleble.