Cualquier persona, que lo intente seriamente, puede hacerlo realidad.
Se conoce como efecto Pigmalión a la influencia que una creencia (positiva o negativa) de una persona puede ejercer sobre si misma o sobre otra.
Si uno cree que puede conseguir algo que se propone, si uno cree firmemente que una expectativa que tiene la puede hacer realidad, lo hará. Eso es el efecto Pigmalión aplicado sobre uno mismo.
Ejemplo: si crees firmemente y cultivas la creencia de que puedes conseguir un objetivo, aunque pueda parecer difícil, acabarás consiguiéndolo.
Se llama también profecía autocumplida, o lo que es lo mismo, si anuncias que podrás o no podrás (profecía) hacer o conseguir algo, lo acabarás cumpliendo o fracasando.
Se basa este efecto en el mito griego de Pigmalíón por el que un escultor se enamoró de una estatua que había tallado hasta el punto de que la escultura acabó logrando vida.
Si nos referimos al campo de la educación está demostrado que si un profesor espera de un o unos alumnos que rindan de verdad eso se lo transmite y les influye de forma que se puede comprobar que esos alumnos lograrán resultados acordes con la expectativa positiva del profesor sobre ellos, siendo esos resultados mejores que los de aquellos a los que el profesor no presta atención debidamente.
También serán influídos negativamente aquellos de los que el profesor no espera nada y les transmite de alguna forma su decepción.
Se puede hacer extensible a cualquier tipo de relación.
Por ello no se debe subestimar la importancia e influencia de nuestras expectativas y creencias en nuestros o en los ajenos resultados de futuro. Cuanta más intensa y más firme sea la creencia, mayor garantía de logro.
Lo que uno se propone lo podrá conseguir en función de la fuerza de su creencia o fe en si mismo.
Ineludible ese cultivo para todos, pero sobre todo para los que tienen la autoestima baja.