Por si no teníamos pocas razones para vivir en ansiedad (pandemia y situaciones personales) viene una guerra inesperada cerca de nuestra casa y la ansiedad se ha disparado a cotas más altas aún, apoderándose un poco más de nuestro estado anímico.
No podemos desestimar este añadido porque la incertidumbre del resultado de la guerra, más la sensación de amenaza de restricciones, disparo de la subida de precios y otros riesgos, todo ello nos envuelve e invade y afecta indudablemente a nuestro bolsillo, a nuestra tranquilidad, a nuestro sueño y descanso, a nuestras actividades, a nuestra salud y a nuestra vida en general.
Es inevitable dejar de preocuparse por esta amarga situación, pero algo tenemos que hacer, si queremos tener un poco a raya la ansiedad y que esta no arruine nuestra disposición a vivir dia a dia con cierto alivio.
Por ello no conviene sobreexponerse a la abundante información a que nos encontramos expuestos. No se trata de aislarse de esas informaciones porque ni conviene ni es posible, pero aquellos que se ven más afectados por verlas, leerlas o escucharlas harán bien en recortar su flujo y exposición. Sobre todo no hacerlo por la noche para no perturbar aún más nuestro sueño y descanso.
Conviene no abundar en las conversaciones sobre el tema, ya sea iniciando nosotros la conversación o comentarios o respondiendo al inicio por parte de otros, porque al hablarlo lo tenemos presente en nuestra mente y como es tan negativo el contenido eso afecta de manera inmediata y directa a nuestro cuerpo y actividades, acusando el impacto. Hemos de tenerlo en cuenta todos pero, sobre todo, personas que ya se ven sobrepasadas por la ansiedad por otras causas.
La ansiedad es como un fluido invisible pero maligno que se filtra primero por la mente y luego se extiende a nuestro cuerpo y por ende a nuestras actividades cotidianas.
Como sobre esa guerra no tenemos control personal y sabemos que aquello negativo que excede a nuestro control nos afecta más, al menos sí podemos intentar controlar nuestra mente, concentrándonos en el momento presente, en lo que hacemos, en lo que estamos, frenando en lo posible la tendencia a preocuparnos, es decir a anticipar (futuro) intensamente sucesos o acontecimientos negativos. La concentración en el “aquí y ahora” y en lo positivo que tenemos o en lo neutro (es decir en lo que tenemos que hacer en cada momento) es un recurso excelente, aunque sea difícil manejarlo o utilizarlo.
Hay que intentar también llevar un estilo de vida lo más normal posible y aceptar (que no conformarse) con lo que nos ha venido encima sin culpa por nuestra parte.
Conviene no alarmarse demasiado por acaparar alimentos, pensando que van a escasear y nos cogerá con la despensa vacia o poco llena. La histeria tampoco ayuda a mantenerse en calma y en el auto control.
La practica de la solidaridad contribuye a reducir algo la angustia de los ucranianos y de quien la practica. Y el apoyo que vamos a necesitar unos y otros también contribuirá a aliviar la ansiedad, aunque lo que más contribuye es el fin de la guerra.
Finalmente nos vendría bien relajarnos mediante el ejercicio y sentándonos un rato cada sin hacer nada y con la mente en blanco y el cuerpo quieto.
Y si por ventura la guerra acaba pronto, eso que hemos ganado con nuestro autocontrol. Y si se alarga, con más razón aún para actuar conforme a lo expuesto.
Preocuparse es inevitable en esta situación pero preocuparse en exceso es evitable.