Existen dos posturas opuestas en la vida, en todos los aspectos. La pasiva consistente en limitarse a esperar que las cosas ocurran o se alineen los planetas o la activa consistente en tratar de esforzarse y conseguir que las cosas sucedan.
Por supuesto que la suerte, el azar o la causalidad existen, nadie puede negarlo, pero nadie puede garantizar un resultado porque todo depende de que se dé o no la casualidad. No existe control sobre el azar.
Sin embargo la actitud activa de buscar ya sea un trabajo, una pareja, un amigo, un nicho de mercado, una formación, una solución a un problema o una salida a lo que fuese, sobre todo si el buscador es tenaz y persistente, suele dar resultado y a veces muy buenos resultados. Siempre, porque la vida está plagada de oportunidades.
Los hay sin embargo que optan por esperar que se de el milagro y así pueden estar hasta quedar pasmados.
La diferencia fundamental está en el esfuerzo que uno esté dispuesto a realizar, pero si el esfuerzo es permanente más pronto que tarde se verán los frutos, lo que a su vez retroalimenta la motivación y aumenta la probabilidad de nuevos éxitos.
Además del esfuerzo es necesario cultivar una actitud proactiva consistente en el convencimiento de que las cosas irán bien si se persiste y no desanimarse, pese a los obstáculos hallados.
Esa confianza en uno mismo y tener presente en la mente el objetivo perseguido y buscado actúa como combustible del esfuerzo.
Buscar activamente lo que uno quiere y desea ardientemente visualizándose capaces da siempre resultado. Eso es situarse en las antípodas del “no puedo”, “no valgo”, “es muy difícil”, cosas por el estilo. Por aquí si que poco puede esperarse.