Lo que voy a escribir es difícil de cumplir pero es posible y si es posible, conviene hacerlo. Me siento obligado a poner mi granito de arena.
Hace días que estamos asustados y el miedo va en aumento a medida que la guerra de Rusia y Ucrania avanza en sus horrores y amenaza con extenderse o eso dicen los informativos a diario.
El miedo se nos ha metido ya en el cuerpo y con él la ansiedad de qué puede ocurrir y cuanto durará esta pesadilla. Y el miedo, lejos de ir remitiendo va en aumento. El riesgo es entrar en pánico por lo que se avecina.
Como las consecuencias de la guerra comienzan a sentirse en nuestra cartera porque todo va subiendo a la velocidad que no hemos conocido, como se añade a eso la huelga de transportes y con ella la falta de mercancías en los viales de los supermercados, sobre todo si la huelga se alarga, como se nota que esta guerra está suponiendo una tormenta a todos los niveles en el mundo, sobre todo el Europa, cabe el riesgo evidente de entrar en pánico y es aquí donde quiero insistir para que este no se apodere de nosotros.
Si nos invade tomaremos decisiones precipitadas y erróneas, sin duda ocasionadas por el temor a que ocurra lo peor. Nos puede dar por comprar compulsivamente para llenar nuestras despensas y vaciar los supermercados sin necesidad por el momento. Nos puede angustiar la situación porque excede de nuestro control. Afectará nuestro descanso y nuestro sueño en la medida en que la preocupación se instale en nuestra mente. Puede limitar nuestro trabajo, nuestro rendimiento y nuestras relaciones personales. Podría en poco tiempo llevarnos a sacar el dinero del banco por si hay un corralito. Podría en fin ponernos al borde de un ataque de nervios.
Lo primero que hay que tener claro es que no debemos obedecer al pánico. Conviene serenar la mente, templar los pensamientos y no ir más allá de lo que la situación nos ofrece a diario. Conviene no precipitar decisiones como si el fin del mundo ya estuviese a la vuelta de la esquina. Conviene en fin esperar a lo que va sucediendo cada dia en el presente y sobre la marcha adecuar las decisiones que tomemos.
No dejarse contagiar por ese pánico, que es el miedo al cuadrado, ni contagiar a otros, en especial a los más allegados y pequeños. No estar colgados de los telediarios y de las conversaciones sobre el tema todo el tiempo. No es bueno, es muy malo mas bien.
Adelantarse no está mal pero adelantarse demasiado llamando a la tragedia no es sano y nuestra salud habrá de agradecerlo. Seguir con la rutina dia a dia sin perder mucha concentración en lo que hemos de hacer.
No podremos controlar lo que no está a nuestro alcance, pero podemos y debemos controlar nuestras reacciones y la reacción de pánico es una de las peores a las que obedecer.
Tiempo irá habiendo de ajustar esas reacciones tomando las medidas más prudentes en función del momento. Vivir en estado de alarma sin motivo suficiente no es lo recomendable. Todo esto que digo es difícil, sin duda, pero es posible hacerlo y además de posible es conveniente para que la situación no nos desborde y perdamos el juicio. Cuanto mayor sea la tormenta más serenos procede comportarse, como los marineros cuando en altamar arrecia la tormenta. Si los nervios nos pueden mal asunto.