Trataré de ir al grano y reducir la paja. Está inserta en todos los seres humanos, da igual su raza que su edad, estado civil, financiero o social, la necesidad de que los demás les traten bien cuando demandan cualquier atención o servicio. Lo que quiere decir que si el usuario o cliente ve satisfecha esa necesidad reaccionará con satisfacción y quedando en su mente grabada esa buena acción, lo que, sin duda alguna, redundará en una respuesta favorable inmediata o futura.
Bueno, pues se ha ido extendiendo, poco a poco, en las Administraciones, bancos, empresas grandes y ya hasta en medianas y pequeñas, pero también en el trato social entre particulares la mala praxis de no tratar muchas veces debidamente a las personas ya sea como clientes, como usuarios de las Administraciones o de cualquier servicio, buscando la comodidad pero también no perder el tiempo con ellos a no ser que esté juego, de retorno, algún interés personal, importante inversión o recompensa. Error grave porque eso contribuye a que se extienda socialmente el mal humor, la rabia, la frustración y la ansiedad, todo lo cual contribuye al enrarecimiento de las relaciones sociales, con lo que eso supone.
Con los fácil que es… y el poco trabajo que cuesta facilitar las cosas, ser amables y atender debidamente las demandas, preguntas, gestiones y necesidades de los usuarios. Si a todos nos gusta ese trato ¿por qué los demandados no nos ponemos en el lugar del demandante y le tratamos como le gustaría que le tratasen a él o ella?
Si se fuese extendiendo y favoreciendo, además de publicitando y promoviendo, esta lógica y saludable conducta en las interacciones sociales disminuiría la actitud presente en muchos ciudadanos de tratar con desgana o desdén, con pereza o hastío o responder con mala educación, cuando menos se espera. Es un error y es muy necesario favorecer ese cambio. A ello pueden contribuir los educadores, los agentes sociales y los medios. Todos en realidad. Que corra la voz quien lo vea razonable.