Parece que la esencia de la vida es la búsqueda de la felicidad o eso dice la gente. Bien, pues en la vida las cosas van bien o van mal, no hay término medio. Si van bien eso produce ya felicidad. No hay problema.
En cuanto a si van mal hay que matizar dos aspectos. Si por mal nos referimos a los contratiempos o adversidad en mayor o menor grado la esencia está en prevenir y tratar de evitar en lo posible el surgimiento de esta. Y digo “en lo posible” porque a menudo está en nuestra mano evitar proactivamente algunos contratiempos a poco que reflexionemos y tomemos decisiones con prudencia. Por tanto hay que trabajar en esa línea para no complicarnos la vida innecesariamente. Pero como no podemos evitar, por mucho que pensemos, la aparición de algunos contratiempos y es lógico que cometamos fallos que nos molestan e incomodan, lo que procede es aprender a gestionar los que nos llegan sea por culpa nuestra o por culpa de agentes exteriores que exceden de nuestro control y poder personal.
La gestión se antoja muy difícil y aquí propongo algunas pistas para facilitarla dentro de ciertos límites. Conviene no centrar la atención demasiado ni demasiado tiempo en la rabia o el dolor, en el absurdo o en la queja, sino tratar de poner en un contexto más amplio el suceso negativo, como es saber que en esta vida hay alegrías y tristezas inherentes e inevitables al hecho de vivir y hay que contar con ellas y esperarlas. Conviene concentrarse también en otros aspectos positivos para que los contratiempos no absorban nuestra atención total y nos angustien. Conviene saber encajarlos con estilo para estar preparados para otros que, sin duda, nos van a sorprender hasta el final del recorrido. Conviene no consentir que esos contratiempos arruinen nuestras ganas de vivir ni nuestro rendimiento cotidiano. Conviene dividirlos en partes y afrontar la solución parcial de todos ellos. Muchos de ellos o todos se pueden magnificar o minimizar o simplemente darles la debida importancia. La magnificación de su importancia conduce a la angustia, la ansiedad, el estrés y la depresión y eso no es saludable. Y conviene aprender y sacar conclusiones y ver aspectos positivos que encierran sin duda.
Si actuamos así no cabe duda que disminuirá nuestro dolor en proporciones justas y no ahorraremos sufrimiento, que es de lo que se trata, pues ya existe en la vida en abundancia.
Prevenir y afrontar la adversidad, pues, son dos buenas maneras de sentirse felices o menos desgraciados. Me temo que no nos han preparado para ello debidamente y por eso toda orientación y ayuda es bienvenida y por eso este escrito. Con que sirva a un lector ya me doy por contento.