Nadie discute el enorme progreso que el mundo experimenta tecnológicamente y las muchas ventajas que eso ofrece. Sin embargo, paradójicamente, las relaciones sociales no avanzan en la misma línea, sino muy al contrario, los conflictos surgen como setas en otoño y se multiplican, sin duda por falta de criterio e ideas claras sobre las directrices que deben presidir nuestras relaciones sociales para que la convivencia, a todos los niveles, sea crecientemente satisfactoria.
Me atrevo a sugerir algunas pautas que ayuden:

1.- Cada cual debe esforzarse en cumplir sus obligaciones derivadas de su cargo y posición, así como las leyes, que la sociedad impone.
2.- Los compromisos y la palabra han de cumplirse para fomentar un ambiente de confianza en las personas y en los profesionales.
3.- En cualquier relación de pareja, familiar, empresarial o de cualquier índole se debe hablar para aclararse y saber todos a qué atenerse, en lugar de abrigar sospechas o dejarse llevar de los bulos o las suposiciones.
4.- La educación y el respeto deben ejercitarse porque son estupendos lubricantes de las relaciones personales.
5.- Cada cual debe asumir las consecuencias de sus actos. No vale echar balones fuera ni culpar de casi todo a los demás.
6.- Hay que facilitar las relaciones y abrir puertas en lugar de poner obstáculos y cerrar el paso a los demás.
7.- Eso no obsta para exigir que se respeten nuestros derechos y defenderse de los depredadores y abusadores.
8.- El mundo debe ser cada vez más habitable y sostenible humanamente y eso requiere cuidar de nuestras relaciones en cualquier ámbito.
9.- Nadie debe aprovecharse de su posición de poder en detrimento de los subordinados.
10.- Los que mejor ejemplo deben dar son los agentes sociales más influyentes: autoridades, políticos y miembros de las instituciones religiosas y sociales y medios de comunicación, por supuesto.
Nada nuevo es todo esto, pero sería bastante para hacer de este mundo un lugar agradable y apetecible.