LA EPIDEMIA DE LA SOLEDAD
Aunque sorprenden ahora, si a nuestros bisabuelos les hubiesen dicho que iba a haber personas que estaban dispuestas a pagar porque les acompañasen de paseo y de paso charlar cara a cara, o por tocarse sin intenciones sexuales, les habría asombrado, sin duda. En cuanto a lo de tocarse con intenciones sexuales o la prostitución, ha sido para muchos, entre otras intenciones, una necesidad para mucho solitario como ha existido y existe.
Hoy eso es ya una tendencia, surgida en EEUU y extendida por países desarrollados donde el problema de la soledad y el aislamiento, constituye ya una auténtica epidemia, lo de pagar por sentirse escuchado, acompañado y tocado (se compran los abrazos). Se habla, decía el Pais, hace unos días, de la “epidemia de la soledad”, un problema no solo social sino sobre todo de salud, pues las consecuencias del aislamiento sobrevenido, que no el buscado, afectan a la salud psicológica, pero también física del que la sufre, hasta el punto de llevar a la muerte en algún caso.
Sucedáneos de las aplicaciones que están surgiendo en EEUU son las charlas que buscan en nuestro país tener algunas personas en las panaderías y tiendas de ultramarinos o cualquier establecimiento donde coinciden personas en espera de alguna compra o algún servicio. O las charlas que surgen en pueblos de nuestro país donde al anochecer los vecinos sacan sus sillas a la puerta de casa para tomar el fresco y charlar con los vecinos. Todavía en nuestro país el cara a cara predomina sobre los contactos digitales, pero al paso que vamos más pronto que tarde el cara a cara para comunicarse y hablar de uno mismo y sus problemas y el contacto personal irán cediendo territorio y llegará también la práctica de pagar con tal de hablar y desahogarse.
Siempre he sido partidario del contacto, aunque no sea con fines sexuales, que también. El contacto físico, el sentir la piel del otro es probablemente uno de los mejores ansiolíticos que existen y por supuesto uno de los mejores remedios para aliviar la angustia del aislamiento social, cuando es sobrevenido. Seguido del contacto o comunicación cara a cara, muy superior al telefónico o las redes sociales (wasap, messenger, etc.).
La comunicación personal cara a cara es básica para mantener la salud mental y física y hay que reconocer que esta va perdiendo vigencia. Quienes más la padecen son los ancianos y si además están enfermos, peor, pero va afectando a todas las capas de edad y sociales.
Por eso todas las actividades que se hagan para facilitarla, incluso las de pagar por hacerse acompañar y hablar son bienvenidas. El caso es paliar, ya que no será posible eliminar, la epidemia de soledad y el aislamiento.
Por eso vivan las romerías, las fiestas y bailar “bailar agarraos”, aunque eso ha quedado para Benidorm!