Más bien escasa anda la cantidad y calidad del sueño en nuestros ciudadanos. De hecho el 90% de mis pacientes presentan un déficit de sueño en cuanto a cantidad (suelen dormir seis o menos horas) y el sueño además no es reparador o lo que es lo mismo no de buena calidad. Mi experiencia no parece que difiere mucho de la experiencia de otros estudios. El insomnio, pues, reviste caracteres de “epidemia silenciosa” como la define Mathew Walker, de la universidad de California en Berkeley y que cita el diario El Mundo en un artículo de Irene Hernández. Suele ir asociado al estrés y ansiedad, al ritmo de vida, pero también al mal hábito de robar horas al sueño.
Esto tiene consecuencias importantes en todo el organismo, pero también en el rendimiento y productividad laboral, profesional y personal al bajar sensiblemente la concentración del insomne. En el organismo las consecuencias son variadas, todas bastante negativas y van desde la disminución de defensas del sistema inmunitario con lo que eso significa en relación al cáncer y a las infecciones hasta accidentes cardiovasculares y el aumento de la irritabilidad, el cansancio y puede conducir al agotamiento.
El tema es bastante serio y como tal hay que tomarlo porque, como dice ese autor, “cuanto menos se duerme más se acorta la vida”.
Hay muchas formas de reducir el insomnio y van desde no intentar robar tiempo a esas siete a ocho horas de promedio de sueño que la mayoría de los adultos necesitamos, viendo la tele o jugando con el móvil de diferentes formas antes de dormir, desde hacer algo de ejercicio para estar más relajados, hacer un rato de relajación antes de ir a la cama, procurar estarse quieto lo más posible, cuando nos acostamos, imponerse el deber de no cavilar cuando vamos a la cama y dejarlo para cuando estemos en vigilia, llevar una vida ordenada, no abusar del alcohol por la noche y hasta tener la conciencia tranquila. Alguna vez es aconsejable echar mano de algún tranquilizante, sobre todo cuando, haciendo todo lo demás, el sueño se aleja de nosotros. En fin hay que hacer cualquier cosa que nos conduzca a mantener los niveles de sueño que el cuerpo de cada cual exige para estar bien y mantenernos sanos porque el peaje que se paga en la autopista del día a día suele ser elevado.