Es un lujo poder dominar nuestra mente hasta tener un adecuado control. Permite estar asegurados contra la gran erosión de los pensamientos negativos y además disfrutar de la vida.
El control mental tiene una doble vertiente a cual más eficaz. La primera consiste en detectar los pensamientos negativos que nos llegan y conseguir tenerlos a raya para que no envenenen nuestro estado de ánimo. Si ante los eventos adversos conseguimos controlar nuestra mente y no permitir la invasión de tales pensamientos, sentiremos el alivio que supone librarse de esa pesada carga, porque suele arruinar nuestras ganas de sacarle el jugo a nuestro devenir cotidiano. No es nada fácil, sobre todo si tratamos de ahuyentarlos, cuando se han apoderado o instalado en la conciencia largo tiempo. Son como las cefaleas de tensión: una vez desatado el dolor cuesta mucho trabajo controlarlo. Pero si uno echa mano del analgésico nada más comenzar a sentirlo las probabilidades de reducirlo o eliminarlo aumentan considerablemente. Requiere también una determinación fuerte de la voluntad no dejar que se instalen. En personas con cierta fragilidad y vulnerabilidad el trabajo es muy arduo, pero siempre posible y sobre todo necesario para la salud y el equilibrio.
La segunda vertiente es lograr mantener una actitud positiva consistente en promover y mantener pensamientos positivos del tipo “puedo hacerlo”, “me siento capaz de ver la vida con espíritu superador”, “puedo y quiero superar cualquier barrera”, “yo puedo superarme y voy a hacerlo”, “me siento con fuerzas y potencia, con ganas y con fortaleza para exprimir las posibilidades que me da mi existencia”, “ no tengo miedo y me atrevo con todo”… cosas por el estilo. Esto supone un combustible y una inyección permanente de moral que te impulsa con fuerza hacia adelante. Supone además una sensación de plenitud y de moral rebosantes y una emoción arrolladora ante la vida, y está en las antípodas de sentirse arrollado, acorralado e indefenso. Es un gozo y un lujo al que puede aspirarse.
Tener control mental es la mejor arma para gestionar cada día nuestro proyectos, nuestras metas y las aspiraciones personales. Y sobre todo, se puede conseguir. Solo hace falta voluntad prometeica, tesón y constancia a prueba de cualquier impacto o altibajo. Digo tesón y constancia porque no vale con que un dia de pronto dediquemos tres minutos a pensar en positivo. Si se tiene hábito negativo, un hábito se sustituye por otro hábito y eso requiere acción continuada. Pero hay una buena noticia: no estamos “condenados” a ver las cosas de forma pesimista. El poder está dentro de nosotros.