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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

FALSOS ANSIOLÍTICOS

La ansiedad, ese estado tan extendido y que tantas molestias y displacer ocasiona, pide ser calmado para paliar el sufrimiento. Y es esta la razón por la que muchas personas acuden a distintos remedios que les calmen, no siendo todos ellos apropiados, sino muy al contrario, algunos perjudican más que benefician, aunque todos ellos producen placer y cierto alivio de momento.
Todos los que voy a citar actúan como ansiolíticos o reductores de la ansiedad por el alivio que producen y el placer pero se convierten en falsos ansiolíticos cuando no se puede pasar sin echar mano de ellos con frecuencia, intensidad y duración.
Citaré los más frecuentes, que están fácilmente alcance de cualquiera.
Uno es el tabaco y ya sabemos las consecuencias que produce, cuando se es fumador habitual o empedernido.
Otro es el alcohol, que en efecto produce cierta relajación y desinhibición, aunque con su abuso también son conocidos sus efectos.
Cito en tercer lugar el juego con dinero por medio y las apuestas y de esto saben mucho los ludópatas. El juego ofrece una especie de evasión de los problemas mientras se está jugando o a la espera del resultado pero, cuando se convierte en adicción las consecuencias pueden ser demoledoras y con graves daños colaterales.
Viene a continuación cualquier otra sustancia estupefaciente o “droga” y no es necesario apuntar los nombres de todos conocidos.
Hay un remedio que cada vez se extiende más y que suele cursar con nocturnidad, aunque no necesariamente. Me refiero a la visión obsesiva de pornografía a través de cualquier dispositivo.
Cómo no citar la repugnante pedofilia.
Y cómo no citar las compras compulsivas, que en el momento de comprar ofrecen un alivio, aunque el comprador o compradora compulsivos después sienten gran malestar y arrepentimiento porque la mayor parte de lo que adquieren o no lo usan nunca o raras veces, sobre todo si su adicción es frecuente y el almacenamiento de sus mercancías irrelevantes y superfluas es notable.
La comida se convierte en falso ansiolítico cuando uno echa mano de ella con frecuencia para calmar la tensión nerviosa o la ansiedad.
Citaré finalmente, para no agotar el tema, los psicofármacos, oficialmente admitidos como ansiolíticos, porque suelen calmar, pero se convierten en falsos cuando crean importante dependencia, sobre todo cuando su medicación se prolonga en el tiempo.
Todos ellos tienen una característica común y ahí reside la falsedad y el engaño: la sensación de alivio o gran alivio que producen, aunque este es siempre momentáneo y no mata la ansiedad sino que la aumenta si se es un adicto a cualquiera de ellos.

Luego están los buenos ansiolíticos y aunque no entran en este artículo me apetece citar algunos de ellos: los psicofármacos, si se usan para reducir los ataque de ansiedad o pánico y para mejorar la cantidad y calidad del sueño, la relajación asiduamente practicada, el yoga, el taichí, la meditación, la comida que nos gusta, dentro de lo “normal”, el ejercicio y el deporte, las excursiones, el descanso y la desconexión mental, la música, el arte, el cine y la lectura a los que les guste, viajar, la satisfacción sexual y la autosatisfacción, siempre que no sea una obsesión, estar enamorados, jugar, conducir y otras que a cada uno se le ocurran, mientras, como he afirmado, no tengan efectos secundarios indeseables.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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