En este mundo hiperconectado y de hiperocupados parece absurdo aconsejar que uno dedique cada dia o de vez en cuando pero con frecuencia pararse y no hacer nada. Nada productivo, me refiero. Y no solo parece absurdo sino que el hiperactivo que lo intente, no solo no se sentirá bien, sino que de entrada sentirá más ansiedad cuando pare y no haga nada.Que se lo pregunten a esos que están siempre muy atareados qué les ocurre cuando cogen vacaciones y quedan sin hacer nada. Suelen sentirse mal y como enfermos.
Pero, atención, eso puede ocurrir las tres o cuatro primeras veces. Si uno aguanta y tiene claro que la mente y por lo tanto el cuerpo necesitan un receso, a partir de ese instante empezará a notar no solo alivio sino descanso mental, recuperación de fuerzas y desaceleración de su actividad endiablada.
Parar ofrece, paradójicamente beneficios. Me explico: no ofrece beneficios económicos inmediatos pero a medio plazo también los económicos, porque uno recarga fuerzas, ideas y descanso para seguir tirando. Y sobre todo ofrece beneficios para la salud del practicante, en concreto relajación y más sosiego que tanta falta hace.
Parar y no hacer nada con frecuencia supone unas verdaderas minivacaciones y las vacaciones, del latín vacare, supone dejar de hacer algo, alguna tarea o actividad.El exceso de actividad conduce a una fatiga no solo cognitiva sino también emocional y física y con la fatiga no se funciona bien ni se produce bien, aunque parezca contradictorio.
No hacer nada un ratito diariamente o casi diariamente, es una buena inversión en la salud. En concreto el corazón que parece que no para nunca para el cincuenta por ciento de su tiempo (diástole) para recupera fuerzas par impulsar la sangre (diástole). Por eso puede vivir hasta más de cien años. Los hiperocupación no es precisamente garantía de vida larga.