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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

RESTAURAR LA DISCIPLINA

Tienen que ocurrir varios
accidentes en un tramo peligroso de una carretera para que las autoridades se
decidan a mejorar el trazado. En la vida no suele ser distinto. Basta que hayan
ocurrido los sucesos de Londres de este verano para que las autoridades
británicas hayan determinado aumentar la disciplina en las escuelas y en las familias
dado que muchos de sus protagonistas eran menores. Cierto que no se puede
simplificar y achacar todos esos desmanes a la falta de disciplina y que hay más
factores. Pero ese ha sido uno que conviene atacar. Si no se exige disciplina
en la escuela, en la sociedad y en la familia se puede esperar que al crecer
muchos de esos niños pensarán que se puede arrebatar a otros su propiedad
impunemente, que se puede incendiar y asaltar cualquier local con pleno derecho
y que puede uno molestar irresponsablemente a los demás porque no pasa nada y
porque les apetece. Por tanto procede esa reinstauración de la disciplina para
que el respeto a los demás se garantice. Esa reinstauración en la familia y en
la escuela pasa por enseñarles, instruirles y recalcarles cuales son las
obligaciones y responsabilidades con los demás, cómo deben respetar los
derechos ajenos, sus propiedades, su color, sus creencias, sus peculiaridades.
Cuáles son los límites de la convivencia social que no se deben traspasar,
cuales son las normas que no se deben incumplir y qué es delinquir para que  lo sepan. Una vez que lo saben, porque los
padres y los profesores se los han dejado claros, se deben aplicar las
consecuencias, que han de ser positivas reforzando sus comportamientos
disciplinados y resaltándolos a los ojos de todos y en privado y negativas,
sancionando sus conductas transgresoras para que aprendan que ese camino está
prohibido. Solo que la labor de esa reinstauración es muy compleja y larga,
porque en primer lugar debe haber un ideario en esta línea en las escuelas para
que se implante y  educar a los padres
para que lo implanten. Y aquí viene el más grave problema. ¿Quién se encargará
de enseñar a los padres y de recordárselo? ¿Los medios? ¿Y quien se lo enseña a
los medios y les obliga a que lo digan? Aquí veo un grave escollo. Sea lo que
fuere Cameron lleva razón al haber declarado que hay que instaurar la
disciplina para todos, incluso para los hijos de los acomodados. Aunque eso
solo no baste, por supuesto, y haya que resolver otros varios problemas
sociológicos, económicos, culturales y políticos. Podemos tomar nota.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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