No me gusta aplicar tests de
inteligencia porque aplicar a un ser humano una etiqueta en función del CI (cociente
intelectual) que obtenga como resultado
del test sitúa a muchos sujetos en riesgo
de acomplejarse de por vida si el resultado está por debajo de 100. Como
se sabe, si un sujeto tiene un CI por debajo de 100 tiene una inteligencia baja
y si lo tiene menor de 80 es inferior o retrasado con lo que ello supone de
quedar marcado de algún modo. Por eso
estoy más que contento estos días a
propósito del Premio Principe de Asturias de las Ciencias Sociales que acaban
de conceder al psicólogo norteamericano Howard Gardner. Porque este científico
es el creador e impulsor de la teoría de que no tenemos una sola inteligencia
general de la cual cada ser humano tiene un grado mayor o menor sino que la
inteligencia es plural o múltiple. Tenemos hasta ocho inteligencias, por ahora,
siendo más dotados en unas que en otras y por tanto siendo diferentemente
inteligentes, al contrario que antes que se defendía que teníamos todos mayor o menor grado de la misma inteligencia.
Mientras que la inteligencia, como era concebida antes, la que miden los test
de inteligencia, era una inteligencia lingüística y lógico-matemática, las
inteligencias ahora se dividen en linguìstica, lógico-matemática, espacial,
interpersonal, intrapersonal, musical, corporal-cinestésica y naturalista. Según
esto habrá sujetos que estén muy dotados en una inteligencia pero menos dotados
en otras y no será ello motivo de complejo, pues aunque su CI fuese medio puede ser superdotado en otras
áreas. Puede haber un sujeto que suspenda en un test de inteligencia clásica
pero que sea muy capaz para las relaciones personales o para montar un negocio o
tenga mucho talento para el arte musical o pictórico. Y puede haber personas a
quienes no se les de bien hablar en público o escribir, pero sean unos
excelentes deportistas o se orienten muy bien en el espacio urbano y ser
excelentes taxistas en una gran urbe. Es decir que resaltar la teoría de las
inteligencias múltiples alimenta la motivación y el optimismo de aquellos a
quienes el aprendizaje académico, dentro del sistema actual, no se les de muy
bien. La clave está en descubrir cual es el punto fuerte o fuertes de cada uno,
lo que aumenta su autoestima, y qué otras
inteligencias o talentos puede desarrollar porque no está tan dotado. En fin
que todos somos inteligentes, todos tenemos un área de excelencia aunque no
saquemos por encima de 130 en esos tests.