No comprendo cómo algunas personas que tienen negocios son capaces de sacarlos a flote no tanto por la
crisis que asola este país sino por no saber cuidar detalles esenciales y obvios. Creen que todo consiste en tener una idea, unos conocimientos, un local, unos ordenadores y lanzarse a la calle pensando que su producto va a triunfar.
Hacen todo ese arranque y el despliegue orrespondiente y después fallan estrepitosamente en los portamientos más elementales y no se dan ni cuenta de que por esos fallos el negocio comienza a peligrar y finalmente acaba en el fracaso y naufragando. O nadie les ha dicho o no se hallan capaces de entender que si se comprometen a fabricar un producto u ofrecer un servicio deben cumplir lo prometido defectiblemente porque de lo contrario los clientes al sentirse engañados dejarán de comprarles, correrán la voz y por ello irán
contaminando a futuros y posibles usuarios. O no cumplen los plazos de entrega, o hacen esperar a sus clientes sin molestarse en dar explicaciones si la causa es externa o ajena a ellos. Y cuando los clientes ven que va pasando el tiempo y nadie dice nada ni ofrece sus disculpas, o ven que el producto o el servicio no responden a sus expectativas se sienten engañados o molestos y se ponen en contra de esa empresa cerrando en el futuro las puertas a nuevas peticiones o compras.
Y lo peor es que algunos de tales empresarios o emprendedores o se quedan tan tranquilos a pesar de sus fallos o te tratan, encima, como fueses tú quien hubiese fallado. Parecen no saber incomprensiblemente que en cuanto que un negocio se pone a funcionar hay que cuidar la calidad no solo del producto o servicio sino la de todos y cada uno de los pasos que se dan en todo, absolutamente todo, el proceso que ha de tener lugar. Da lo mismo que sean los comerciales los que fallen, los proveedores, los dependientes, el personal empleado, la publicidad que no responde a lo anunciado, quien presenta un presupuesto, la puntualidad en las citas, en el transporte o en la entrega así como la seriedad y honestidad con que se trata al cliente. Todo lo que moleste
o incomode al posible cliente debería ser tenido en cuenta para no decepcionar y por supuesto molestar a sus consumidores. No sé cómo hay negocios que a pesar de esa falta de profesionalidad pueden sobrevivir. No me lo explico.