¿Cómo se explica que adultos hechos y derechos que saben que no pueden engordar más de la cuenta sino controlar su ingesta de comida necesiten acudir a un nutricionista para que les pesen y les midan semanalmente además de seguir una dieta? ¿Cómo se explica que adultos conscientes de nuestras obligaciones, necesitemos que nos pongan radares para evitar sobrepasar los límites de velocidad en la ciudad o en carretera? ¿Por qué se necesitan inspectores en diferentes campos de la vida? Porque el ser humano a pesar de estar formado y ser consciente de las leyes y de los riesgos a que se expone necesita una cierta vigilancia para que se controle. Necesita ayuda externa porque no se garantiza el suficiente auto control de sus acciones. ¡Y eso que es un adulto! Eso es verdad y tiene consecuencias hasta en lo financiero y empresarial. Hay hasta experimentos en los que se demuestra que la productividad laboral y por tanto empresarial aumenta si el personal tiene conciencia de que está siendo controlado. Con más razón aún si hablamos de los menores. Si dejamos a un menor que se auto dirija nos exponemos a un fracaso estrepitoso, porque tiene que pasar primero por experimentar desde fuera el control, la norma, el límite, la barrera. En la medida en que aprenda a experimentar esas líneas prohibidas que no debe traspasar puede ir evolucionando para interiorizar posteriormente las normas y directrices y no tener que estar tan pendiente del control externo de la autoridad. Y así y todo ya se ve que no maduramos del todo. ¿Qué ocurriría si de pequeños los padres les sustraen a sus pequeños de sus obligaciones y sanciones, caso de no cumplirlas? Que la maduración se dilataría más y sería aún más incompleta. Siempre tenemos que andar bregando y luchando contra algunas tendencias y apetencias que, de ser satisfechas, nos acarrean perjuicios. Por eso estamos abocados a la autovigilancia para que nuestra contención sea exitosa. No debería extrañarnos que los niños y adolescentes quieran salirse con la suya, incluso poniendo en riesgo su salud y su integridad con frecuencia. La impulsividad hacia actos que entran dentro del vicio es la fuerza maldita que nos impele a salirnos del esquema en el que deberíamos movernos. En fin, que el autogobierno es un desiderátum al que hay que aspirar constantemente y sin descanso. Incluso en los adultos.