A medida que nos vamos haciendo mayores se empieza a apoderar de nosotros la inercia de conformarnos con lo ya sabido y tendemos a instalarnos en la pereza o en la conformidad de que lo que sabemos nos basta ya para seguir tirando. El efecto inmediato de esa comodidad y de pérdida de la curiosidad y el interés es que en tendemos a dejar de mantener bien estimulado nuestro cerebro, digo bien estimulado, porque activado lo mantenemos ciertamente. Y en la medida en que disminuye el grado de estimulación que corresponde a la memoria a corto plazo empieza a acusar la falta de entrenamiento y por ello tendemos a olvidarnos de asuntos inmediatos cotidianos y a preocuparnos por la pérdida de memoria. A medida que la sensación real de pérdida entra en nuestro registro se hace acompañar del temor a que el Alzheimer o la demencia nos esté amenazando y nos asustamos cuando los fallos se suceden con frecuencia. A medida que más nos preocupamos por esa amenaza menos nos entrenamos tendiendo a instalarnos en el círculo vicioso. Todo ello puede obviarse si uno quiere romper esa dinámica. Aprender y seguir cultivando el interés y la curiosidad es la mejor manera de alejar cualquier deterioro cognitivo y sus serias consecuencias para la normal vida en los años finales de la vida. Es pues necesario usar herramientas concretas que nos ayuden a mantener la memoria entrenada y fortalecidas las conexiones neuronales y a establecer otras nuevas. Muchos son los recursos para romper la inercia de la pereza mental y del acomodamiento. Quizás una de las mejores sea aprender un idioma extranjero o perfeccionarlo cada dia, si algo lo conocemos, practicando las cuatro habilidades esenciales, como son escuchar con frecuencia diaria unos minutos una conversación, documental, video, etc. hablar con alguien o uno solo, pronunciando en voz alta, escribir, y leer para enriquecer el vocabulario. Cualquier idioma es bueno pero los más en boga en este tiempo son el inglés, el chino mandarín, el alemán y el portugués por este orden. Pero si no te gustan puedes empezar por el swahili, por ejemplo. El caso es no dejar que se oxide el cerebro.