Pues si, señores, hemos entrado de lleno en el imaginario social de que en proyectar buena imágenes está el quid de la cuestión del éxito o fracaso. La cuestión esa empeñarse en causar buena impresión, gustar a toda costa para triunfar. Ayudada esta tendencia por el auge de las redes sociales, Facebook en concreto, la capacidad de caer bien o likability, es lo que se lleva y crea miles de adeptos. Triunfas si tu página tiene muchos “me gusta” y fracasa en caso contrario. El caso es que el contenido va perdiendo vigencia, craso error a todas luces. Eso quiere decir que si eres un médico mediocre pero era muy amable y sintonizas muy bien con los pacientes ¿está todo resuelto? Pues no. No le perdonaríamos que no supiese bien lo que se trae entre manos aunque sea encantador. Por supuesto que cuidar nuestra imagen es algo muy correcto y que el buen manejo de las relaciones sociales es una habilidad más que excelente, pero si no va avalada por una buena preparación, conocimiento sólido o contenido rico, puede quedar en humo y eso acaba por volverse en contra del experto en sintonía. Estamos en el imperio del “me gusta”. Esto no está reñido con la calidad, pero una buena imagen sin calidad es como un jamón bien embalado y presentado, pero sin el sabor del buen jamón. Mientras tanto, conviene equilibrar ambos aspectos pero sin olvidar que, al final lo que queremos es que el jamón sea bueno. Y quien dice el jamón dice el producto ofertado o el servicio en cualquier ámbito.  No extrañarse, no obstante, que estamos siempre expuestos

a las modas y la del caer bien es una más. La más reciente.