El muro de silencio que rodeaba a la palabra cáncer, convertido posteriormente en cortina, se ha ido disipando y descorriendo hasta el punto de que ya se habla de él con relativa naturalidad y mucho menos dramatismo afortunadamente. De ser sinónimo de temida bestia negra se ha ido evolucionando en su abordaje hasta el punto de que hay pacientes ya que no tienen inconveniente exhibir su cabeza afeitada por la quimioterapia. De los antiguos pacientes que otrora eran ocultados a los ojos de la gente casi como si fuesen apestados se ha pasado a oírles hablar con mucha valentía, con naturalidad y con actitud positiva y constructiva de esta enfermedad lo que le va despojando de esa lacra social que poseía. A tal cambio de actitud, que ha conseguido que se le pierda bastante el miedo que imponía, han contribuído diferentes factores que se han complementado. Por una parte el progreso científico en el descubrimiento de técnicas exploratorias y diagnósticas de detección temprana así como técnicas y fármacos curativos y paliativos de los síntomas de la quimioterapia. Pero no menor importancia han tenido numerosos pacientes, en especial las mujeres con cáncer de mama, que se han presentando a los medios de comunicación sin complejos para hablar de esta enfermedad con una actitud valiente y esperanzadora y ofrecer un modelo de lucha activa que pueda contagiar a futuros pacientes. El silencio se ha ido difuminando y dando paso a hablar del cáncer como una enfermedad más para disminuir la evitación, el miedo y la ansiedad. La bestia se va gibarizando. Enhorabuena en especial a todos esos pacientes que sirven de modelo social del que poder copiar llegado el caso. Tenemos que agradecer a los investigadores, los sanitarios, los medios de comunicación y a esos pacientes tal progreso. Y tendríamos que ir cambiando hacia una actitud más positiva en la lucha contra él para no deprimir nuestro sistema inmunológico porque se ha demostrado que con la defensas más altas las tasas de recuperación son más satisfactorias o, por el contrario, si nos enfrentamos a él muy negativamente al bajar las defensas más hay más riesgo de que la evolución de esa enfermedad sea más erosiva en menos tiempo. No es fácil pero nos viene bien hacerlo.