Los contratiempos y adversidades tienen la potencialidad de atrapar nuestra atención con tal fuerza que desplazan de la misma todo lo demás y se adueñan de nuestro estado emocional dejándonos inquietos, tristes, angustiados, en ocasiones abatidos, airados o cargados de odio. Actúan como un foco en la noche tan próximo a nosotros que apenas si vemos algo más a nuestro alrededor o lo vemos con gran dificultad. Al mismo tiempo que reducen nuestro campo de visión obstaculizan nuestra capacidad para tomar decisiones acertadas, sobre todo si ese atrapamiento es intenso y duradero.
Si no estamos sobre aviso resultará difícil distanciarse del momento, el evento o la situación. Y sin embargo esa debería ser la reacción más apropiada: ganar algo de altura para ver el suceso en perspectiva, para tener la posibilidad de situar el evento dentro de un contexto más amplio que el del tiempo en que nos vemos enfrentados al problema. Si no nos distanciamos, corremos el riesgo de pensar que el suceso es más dramático de lo que es en si mismo. Conviene preguntarnos ¿qué significado e importancia tiene este suceso en nuestra trayectoria vital, en nuestros objetivos planteados en la vida, dentro de nuestro proyecto, relación, empresa o trabajo?
Podemos preguntarnos hasta qué punto es lógico preocuparnos hasta el extremo que lo hacemos. Y pensar que estamos a caballo entre el presente y el futuro, que no será siempre así ni quizás dure más tiempo del temido. Ofuscarse y no querer oir o plantearnos otros aspectos del problema nos puede erosionar más de lo esperado. Al elegir un contexto más amplio y situar el acontecimiento en él, al ponerlo en relación con él, se relativiza su importancia, cobra otra dimensión que en un primer momento no captamos. Como quiera que los sentimientos que provocan en nosotros tienen la particularidad de que tiñen no solo nuestro estado de ánimo sino nuestros comportamientos o acciones distanciarse, colocarlo en perspectiva enfría los sentimientos y nos lleva a tener más control de lo que hacemos. A veces conviene airearlos con otras personas y puede contribuir a ver desde otro ángulo la realidad que nos aflige.
Conviene estar atentos porque una vez cargados de emoción, por inercia seguiremos sufriendo más tiempo del debido hasta que el transcurrir del tiempo nos sitúe en otra perspectiva. Adelantarse es una buena medida que ahorrará sufrimiento. Digo “ahorrará” porque eliminarlo resultará imposible.