“Juntos, pero sólos”. No es que antes no pudiéramos sentirnos solos aunque estuviésemos acompañados, pero ahora, con las redes sociales, esta tendencia se ha visto acentuada y muy facilitada. Escribí hace unos dias sobre las ventajas e inconvenientes de estar permanentemente digitalizados. Y ahora me apetece escribir sobre uno de los inconvenientes de la digitalización, via redes sociales, wasap y correos electrónicos. ¿Por qué estando juntos prestamos tanta atención a los demás a través de los dispositivos electrónicos? Porque nos ofrece un mundo de distracción sencilla y asequible, pero también un mundo al que podemos acceder y del que podemos desconectar cuando nos apetece y todo ello sin compromiso y no pasa nada. Entramos y salimos de las interacciones, aparecemos y desaparecemos sin sentirnos comprometidos. El mundo tangible de quien tenemos al lado puede ser atractivo, pero es mucho más rutinario y aburrido, ofrece la contemplación de unos defectos que no podemos obviar y unos peajes que nos vemos obligados a pagar, mientras en lo virtual los defectos se omiten o se borran si aparecen. No podemos apagar con un botón a los que tenemos al lado y sus inconvenientes, defectos, manias, limitaciones, errores o molestias. Tenemos que hacerle frente y eso nos exige compromiso. Es un “rollo” que no podemos eludir. No podemos mirar para otro sitio y hay que apechugar con ello para no parecer descorteses, soeces, despiadados o insensibles. Por eso tienen tanto éxito las conexiones digitales. Porque, si no nos conviene, desconectamos sin tener que aguantar y, mientras nos gusta o interesa, interactuamos, pero sabiendo que con un simple click desconectamos y nos alejamos del asunto, si no es de nuestro agrado.
Podemos estar juntos, pero como podemos alejarnos virtualmente, en definitiva estamos más solos. Como las relaciones y las interacciones son más superficiales, más breves, menos comprometidas, más pasajeras, más vaporosas y más inconsistentes el resultado es que podemos estar acompañados, pero solos. Por eso la realidad virtual por muy interesante que sea no podrá suplir nunca un buen abrazo, una caricia, una mirada a un palmo de distancia o el sonido físico de una frase de apoyo o de cariño.
Aunque bien es verdad que el mundo virtual también se necesita. Ya disponíamos de la imaginación para escapar de lo tangible, pero no es tan fácil como lo virtual. Pero necesitamos cuidar lo tangible no sea que nos quedemos solos, con lo que la soledad y el aislamiento físico duelen.