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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

JUGAR CON FUEGO

Llevaba casado, quizás también cansado, muchos años y de pronto como si de un juego se tratara entró en Internet y le dio por chatear, por tontear con algunas mujeres y encontró divertido aquel proceso, siempre a espaldas de su mujer, a horas intempestivas cuando ella estaba ausente y en la inopia. Hasta que las cosas se fueron complicando y acabó por quedar con una chica que le hizo tilín y quedó enamorado y así continuó durante un tiempo hasta que su mujer notó que estaba como ausente y se alejaba muchos momentos, cuando hasta entonces nada extraño había ocurrido entre los dos. Se encontró entre dos aguas. Una era su mujer a la que seguía queriendo con el alma y en parte con su cuerpo y la otra mujer por la que bebía todos los vientos. Todo se complicó porque si estaba con su mujer su mente estaba con la amante y si estaba con la amante sentía que la culpa le horadaba las entrañas. Ahora las dos le han dado un ultimátum y no sabe bien a qué carta quedarse. Con su mujer todo es normal menos la excitación y con la amante se encuentra encantado pero la culpa le carcome y le mata. Tiene que decidir a qué carta jugar y no se atreve.

Como este hombre hay muchos y bastantes mujeres. Personas que aburridas entran en la aventura de probar sensaciones ya hace tiempo olvidadas y cuando se dan cuenta se encuentran atrapados, sin salida, con la complicación que tiene nadar y tratar de guardar la ropa al mismo tiempo. No se puede jugar con fuego seguros de que uno no va a quemarse ni jugar a dos bandas simultáneas porque pronto se puede descubrir y además las demandas de cada una de las partes hacen incompatible una partida limpia. Nadie está condenado a vivir siempre atado a una persona pero atarse a dos palos no se puede sin dejarse de paso la carne desgarrada. ¿Es Internet culpable de estos casos y de estas decisiones?. Para nada. Puede facilitarlo, solamente. La culpa es de la mano y nunca de la espada, como dice la canción.

No se puede jugar con fuego sin quemarse y es preciso decidir en justicia a qué carta quedarse aunque lleve consigo muchas complicaciones. O estás conmigo o estás contra mi. No es nuestra la cultura del harén ni de la poligamia. Por eso antes de complicarse nos conviene pensar en donde nos metemos y si nos metemos en líos o metemos la pata lo mejor es sacarla quedándose en un lado solamente. Es más justo, aunque a veces más doloroso, ciertamente.

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elegir, pareja

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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