Ante la anomia de los 8,000 seres humanos y el miedo de todas las épocas a lo incierto, ha hecho que la mayoría de los hombres y mujeres tengan la necesidad de trasladar algo de nuestra vida diaria, la mayoría dura y difícil a trasladar una parte de los afectos, que nos permita, aunque sea por horas ser victoriosos, a riesgo de la depresión que puede surgir. Ese primer caso lo vemos reflejado en los deportes y en la búsqueda de aparecer en la televisión en aquellas transmisiones grandes, lejanas, o ya sea en la misma calle de la ciudad.Quien no sale en la televisión, pareciese decirse, no es nadie en la vida.
En el Mundial de Fútbol, con transmisiones millonarias, aflora esa necesidad de, como parte de un grupo, de una nación, seamos por momentos superiores a los demás, dejando atrás nuestra realidad.
Uruguay es un pequeño país sudamericano de 5 millones de habitantes, que vive de ser paraíso fiscal, pero también de el recuerdo de aquel 1950.
Se inauguraba el tremendo estadio de Maracaná en Brasil, con capacidad para 125,000 espectadores, cuando aquella nación anfitriona, tan segura estaba de ganar el mundial, que la final Brasil-Uruguay, estaba tan segura que los diarios tenían ya los titulares, para anunciarlo, faltando sólo el marcador final.
Y, por sorpresa Uruguay los derrotó, en lo que se conoce como el Maracanazo.
Durante 70 años, los uruguayos han vivido, en su ilusión, no de ser un gran país, sino del RECUERDO DE AQUELLA PROEZA.
Y ,hasta hoy. Por ello las imagenes de, al perder en la primera ronda, Cavani, rompiese el televisor del VAR, y sus jugadores persiguieron y golpearon a los organizadores y a quienes encontraron en el camino, mientras Luis Suarez, lloraba desconsolado.La realidad los dejo en su lugar.
Pero Argentina, hundida económicamente, con una deuda para 20 años, sin resolver el problema del “peronismo”, sólo tiene un camino para salir del bache, aunque sea por unos días ganar el Mundial
La locura de los argentinos, de sus cronistas ayer tras el triunfo sobre Croacia, fue de tal desborde que mostraron los cronistas y los hinchas que recorrió todo el mundo, en una mezcla que llegó hasta el ridículo.
Es lo único que tienen, tras haber sido hace 100 años la octava potencia mundial.
Pero, igual que se apoyaron en Maradona, ahora es con Messi y la locura está desatada.
Pero si el domingo no derrotan a Francia, que creemos será el otro finalista, lo que sucederá en el país quizás haga que el Maracanazo sea cosa de niños..
Lo alertamos con tristeza, quienes hemos seguido la trayectoria de uno de los más grandes futbolistas como ha sido Messi que necesita ese final feliz, pero…..